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584 MIGUEL ANXO PENA boni, éstas no eran suficientes, sin descuidar que, en la práctica, se seguía explicando por la Summa de Santo Tomás. En este sentido, no hay duda que el estudiar directamente en ella, se permitía a los maestros una libertad que no daría una obra intermedia, con lo que el control por parte del Ministerio de Gracia y Justicia no podría ser tal. Por otra parte, dichas obras tenían siempre cierta tenden- cia afrancesada. Así se evidencia en el informe presentado el 8 de octubre de 1841, estando Manuel Benito Aguirre de vocal-secretario, referente a las obras que podían servir de libros de texto para las diversas materias teológicas, incluso la mayoría de ellas habían sido editadas en Lyón 22 . Acerca de este contexto, de los Ríos presenta una visión de conjunto que, aunque resulta excesivamente amplia nos da un gran número de detalles, de lo que pensaban los reformadores de aquello que había sido la formación clásica, considerando que la Instrucción Pública tenía un defecto en sí mismo, del que se podría considerar como principal responsable a los regulares: “Los establecimientos públicos de enseñanza, dice, aunque tantos en número, aunque de tan diferentes institutos, aunque tan reglados por nuestro pasado gobierno con tantas leyes y constituciones, aun- que concurridos, y aunque tan celebrados por los que han mirado superficialmente las cosas, adolecían de los vicios más clásicos, así en su método como en su gobierno y economía. Apenas los muchachos sabían leer mal y escribir, pero, y tenían en la memoria cuatro res- puestas del catecismo de Ripalda u otro semejante, cuando pasaban a estudiar gramática (latina se entiende, porque la castellana no se ense- ñaba por lo común) o con un maestro particular, o en una universidad, colegio o seminario. Empleados tres años para saber mal traducir, sin saludar siquiera las verdaderas humanidades, pasaban al estudio de la filosofía en alguno de dichos establecimientos, donde por el Goudin, o cuando mejor por el Jacquier, se estudiaba la gerga del escolasticismo adecuada para el estudio universitario, que fuera traducida al latín, totalmente al contrario de lo que sucederá en épocas posteriores. 22 A esa tendencia a mirar siempre hacia Francia se referirá Menéndez Pelayo, refiriéndose al plan de 1845: “El plan se hizo como en 1845 se hacían todas las cosas, con bastante olvido de las tradiciones nacionales, sin gran respeto a la entidad uni- versitaria, enteramente desacreditada ya por las razones que quedan expuestas: en suma, tomando de Francia modelo, dirección y hasta programas”. M. MENÉNDEZ Y PELAYO, Historia de los heterodoxos españoles , en Obras Completas , 276. ti a S e tr b e

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