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FILOSOFÍA Y NACIÓN 533 e ; , - a e - - s e l a I s a r e , - , a , á a s y - - - e vador atento que no ha quedado atrapado en el grandioso y benemé- rito positivismo de Mommsen. Quienes han penetrado en el sentido íntimo de aquel pensamiento han podido comprobar los matices de originalidad en él contenidos. El interés de la filosofía romana está precisamente en que no fue mera imitación servil del modelo griego, sino en su adaptación al lenguaje y mundo romanos. Ello ha dado por resultado en la Historia de la filosofía una perspectiva pro- pia relativa al mundo natural, político y social (sensible sobre todo a lo práctico, apegada a la experiencia y realidades concretas) y la creación de una terminología técnica que ha condicionado, caracteri- zándolo, el desarrollo del pensamiento occidental 7 . No extraña pues aquel ufano y excesivo deseo de Cicerón expresado con tanto énfasis en el De officiis : “Sería cosa gloriosa y admirable que los latinos no necesitáramos para nada las filosofías de los griegos, y lo conseguire- mos, ciertamente, si yo puedo desarrollar todos mis planes” 8 . 7 El uso del latín -afirma Bayet- “resulta un embarazo para el ejercicio del pensamiento puro, una carencia de precisión en el diseño (agravada por la falta del artículo), pero, para escritores artistas, ello representa una tentadora riqueza de tonos difusos, por demás difíciles de manejar”. J. BAYET, O.c ., en n. 6, pp. 28-29. El gran historiador español, Américo Castro, cita el siguiente párrafo de F. CUMONT, “Los romanos, muy diferentes de los griegos a este respecto, en todas las épocas de su his- toria , han juzgado las teorías y las instituciones ante todo por sus resultados prácticos. Siempre sintieron por los ideólogos el desprecio que experimentan por ellos los hom- bres de guerra y los hombres de negocios. Se ha notado a menudo que, en el mundo romano, la filosofía se desvía de las especulaciones metafísicas para concentrar toda su atención en la moral. Más tarde, del mismo modo, la Iglesia romana dejará a los sutiles helenos las controversias interminables sobre la esencia del Logos divino, o sobre la doble naturaleza de Cristo. Las cuestiones que apasionan y dividen a los cris- tianos de Roma son las referentes a la conducta del vivir, tales como la doctrina de la Gracia” (A. CASTRO, La realidad histórica de España (México 1973) 5 ed., 117-118). Cf. F. VOLPI, “Heidegger et la romanité philosophique”, en Revue de Métaphysique et de Morale (2001) 5-18; A. DEMPF, “Philosophie de l’Histoire de la philosophie”, en La Philosophie de l’Histoire de la Philosophie (Paris 1956) 69, 75-77. 8 G. FRAILE, Historia de la Filosofía , I (Madrid 1965) 2 ed., 657. El mismo Plotino, que tanto hizo por recuperar el esplendor de la filosofía griega, no fue un simple imitador. En su sistema neoplatónico se trasluce de alguna manera la circunstancia romana, haciendo sufrir sobre todo a Platón una profunda transfor- mación.- Otro concepto griego que experimenta el sello romano es el de “justicia”, inclinándolo más a lo jurídico y a lo debido que a lo prudencial. Así aparecen el “ius gentium” en Cicerón y la idea de justicia en Macrobio como “servare unicuique quod suum est” ( Ib ., 659, 781).

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