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FILOSOFÍA Y NACIÓN 531 e - í. s - - e - - - e e s s - a í a a r , a a . , í r - ª 2. FILOSOFÍA Y NACIÓN Procedamos ante todo a distinguir estos conceptos para después, si es posible, unirlos y sacar consecuencias. Es claro que en principio “filosofía” y “nación” enuncian ideas muy distintas. Sin entrar en defi- niciones sumarias de escuela, siempre problemáticas por su parcia- lidad, convengamos genéricamente que filosofía es en sentido recto un tipo especial de conocimiento ; y nación, en primera instancia, un tipo especial de sociedad . Siendo pues conceptos y realidades distin- tos ¿habremos de concluir que no hay relación entre ellos? De ningún modo, pues es claro que no hay conocimiento humano ni por tanto filosofía al margen de la sociedad o nación en que necesariamente se produce. El “buen salvaje” es un mito, una metáfora, un símbolo para enseñar que el hombre tiene por sí virtud natural de origen, no de ejercicio, para ser bueno y sabio. Para serlo de veras se requiere edu- cación, y eso no lo puede dar una “gacela” o una “loba” o la “selva”, sino otro hombre con medios para ello, un hombre en sociedad. Y el filósofo, como hombre que es antes que otra cosa, no es sino un ser histórica y necesariamente inserto en un espacio y tiempo determina- dos, en una cultura concreta, en una sociedad natural relativamente perfecta dotada de propios y característicos valores que llamamos nación: es la circunstancia inmediata que le permite hacer regular- mente su vida física, moral, intelectual y espiritual, y en medio de ella, ese saber especial que llamamos filosofía. Hay pues entre ésta y aquélla, la nación, entendida principalmente en sentido sociológico, una estrecha relación 4 . Esta relación es en primer lugar natural y constitutiva, por lo que es posible detectarla a lo largo del proceso de formación de ambas realidades. Estas han ido tomando con el tiempo diferente figura en extensión y en intensión, en forma y contenido, pero siempre relacionadas de alguna manera entre sí desde el mismo origen de la filosofía. Si convenimos en que ésta, tal como la concebimos en Occi- dente, nació en la colonia griega de Mileto y que Tales, Anaximandro 4 F. de CASTRO, “El concepto de nación como postulado de la historia gene- ral”, en Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias de Sevilla , t. III (25-IV- 1871) 23-30; (25-VI-1871) 121-128; (25-III-1872) 559-571; C. RUIZ DEL CASTILLO, “Nación” en Diccionario de Ciencias Sociales, II (Madrid 1976) 301-303.

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