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560 ANTONIO HEREDIA lográndose así, de forma bien concreta, una real complementariedad entre la historia nacional de la filosofía y la historia general. De esa complementariedad (natural y querida) habrán de resultar muchos beneficios. No será el menor de ellos la luz que de la filosofía uni- versal reciba la vida nacional (filosofía de la historia de la nación) y no en menor medida los matices (la carne) en que por necesidad se envuelve el espíritu filosófico donde quiera se halle. De hecho, esta interrelación metódica y de perspectivas nos ha permitido en Salamanca dejar de hablar en exclusiva, como hacíamos al principio de nuestros trabajos, de sólo filosofía española . No es que hayamos renunciado a ello, pero hemos situado lo español en un conjunto ver- daderamente universal aunque relativo. En conclusión, una historia nacional de la filosofía así conce- bida, en que tantos aspectos entrecruzados se nos revelan, habrá de producir en quienes la investiguen la alegría de conocer 41 . Es la alegría de no quedarse atrapado en la pura abstracción de las ideas desencarnadas, como si fueran números de un planeta regido exclu- sivamente por leyes lógico-matemáticas; es la alegría de descubrir que las doctrinas tienen además de espíritu un cuerpo que pide ser reivindicado y estudiado, haciendo así justicia a la integridad de su ser y naturaleza; es la alegría de ensanchar la historia general de la filosofía, disciplina tan esencial de la enciclopedia filosófica, con nuevos hechos y relaciones; es la alegría de poder acercarse a la vida real (casi siempre dramática) de los hombres filósofos que nacieron y vivieron, sufrieron y gozaron, en pueblos bien concretos de la tie- rra; es la alegría de descubrir, como diría Unamuno, que la filosofía nacional es una voz que clama por la vida frente al racionalismo; por el espíritu frente a la idea 42 ; es la alegría, en definitiva, de añadir una verdad más, por modesta o minúscula que sea, a la gran verdad de la marcha de la filosofía por la historia. A NTONIO H EREDIA S ORIANO Universidad de Salamanca 41 Esta expresión está tomada de un famoso libro del geólogo P. TERMIER, La joie de connaître , citado por E. BLANCHET en su libro Ausencia y presencia de Dios (Madrid 1957) 92. 42 M. de UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida. O.c., VII (Madrid 1966) 177.

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