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FILOSOFÍA Y NACIÓN 553 a r s . s s - e s s a e e - l a - a - - s á - e - a s e s - lidad la constitución de la historia nacional de la filosofía en disciplina. Hasta que eso no pueda lograrse no habrá entrado en su mayoría de edad ni podrá defenderse con sólido fundamento ni conocerse su verdadera utilidad científica o formativa. Un momento especialmente importante de este proceso constitutivo es la reflexión que la historia nacional de la filosofía hace sobre sí misma como tal rama de conoci- miento histórico. Ello le permitirá ajustarse cada vez más a lo que pide la altura científica en cada momento. No basta, pues, para su constitu- ción la vía política, económica o parcialmente erudita (establecimiento de las fuentes o monografías sueltas), es necesaria aquí también la vía ética en su integridad según el sentido propuesto. 5.3. I DENTIDAD Y MÉTODO Pero una historia de la filosofía (enfocada o no desde el punto de vista nacional) puede intentarse como genuina historia de la filo- sofía o como historia del pensamiento o de las ideas. Para nuestro ámbito cultural por ejemplo (Iberoamérica, Portugal y España), algu- nos prefieren esta última denominación por entender que la filosofía de nuestros países no puede encajar (al menos, no ha encajado) en una estricta historia de la filosofía. Las “categorías” con que ésta se elabora –ha dicho uno de los partidarios de la sustitución– “resultan claramente insuficientes” para cobijar nuestra producción 32 . Y ya que ésta no puede figurar (de hecho no figura) en una historia de la filo- sofía al estilo de la de los países centroeuropeos, hagamos nosotros historia del pensamiento sin más o historia de las ideas 33 . Creo que esta posición no debería ser defendida a todo trance. Sería algo así como admitir, no ya la existencia de distintos tipos de historia de la filosofía, cosa evidente y legítima según se ponga el acento en lo histórico o filosófico, sino una división interna de índole esencial proveniente de supuestos objetos materiales distintos. Estaríamos admitiendo en última instancia que nuestras historias de la filosofía son como “excepciones” de la general y en cuanto tal piden ser cons- tituidas de modo diferente. Y no creo que sea eso lo que se pretenda. 32 J.L. ABELLAN: Historia crítica del pensamiento español , I (Madrid 1978) 14. 33 C. Beorlegui prefiere una expresión más compleja e inclusiva (“pensa- miento filosófico ”) para designar la historia de la filosofía de los países ibéricos e iberoamericanos, O.c. en n. 20, 25, 38.

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