NG200701020

552 ANTONIO HEREDIA tenemos que hacernos presente su circunstancia” 30 . Pues bien, una historia nacional de la filosofía se ve impelida por definición a tener en cuenta la circunstancia “nacional” en toda su complejidad, pues ella es en sí misma la condición de posibilidad de una tal filosofía. Por eso una historia nacional de la filosofía no puede limitarse a los textos que podríamos llamar “canónicos”. Se ve obligada además por imperativo metodológico a ampliar, como decimos, los “luga- res” filosóficos. Descubre así que la filosofía marcha también (a su modo) por géneros literarios, instituciones y medios muy lejos de los tradicionales ensayos y tratados. Descubre en definitiva nuevas fuentes que registran las condiciones políticas, económicas y éticas en que la filosofía se produce, rompiendo así con una metodología denunciada por el propio Ortega, según la cual el pensamiento de los filósofos es estudiado “como si fuesen doctrinas indiferentemente de hoy, de ayer o de anteayer” 31 . Con la afirmación y reconocimiento de las fuentes (objeto mate- rial completo) hemos dado el primer paso para saber si en tal o cual nación hay o no una historia filosófica. Pero la madurez de un área de conocimiento llega cuando es posible su constitución en disci- plina; esto es, cuando puede dar cuenta de forma rigurosa, ordenada y completa de su contenido. La nueva disciplina habrá de precisar su concepto, establecer sus límites espaciales, temporales y aun lingüís- ticos, organizar y dividir su contenido, señalar sus fuentes y biblio- grafía, dirimir los métodos de exposición e investigación, elaborar un programa esencial para la enseñanza y trazar los hitos más destacados de su propia historia. Es claro que dicha tarea constitutiva no podrá intentarse a satisfacción mientras no existan estudios parciales o secto- riales (monografías) que preparen el camino para la síntesis total, que es en definitiva lo más propio de la nueva disciplina. Los estudios sec- toriales podrán ser facilitados y preparados por una previa y adecuada clasificación de las fuentes, que no sólo deberá atender a las funciones genéricas que cumple la filosofía en la historia sino a otros criterios de posible utilidad como la ordenación de autores por lenguas, doctrinas o pertenencia a tales o cuales instituciones, escuelas o regiones… Todo ese trabajo sectorial, propio de esta segunda fase, tiene por fina- 30 J. ORTEGA Y GASSET, O.c. en n. 14, 390-391. 31 Ib ., 390. li e v i l c é 5 s á e c é s e c a s ti i

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz