NG200701020

538 ANTONIO HEREDIA En principio podemos establecer que la filosofía (los filósofos y la práctica filosófica) puede relacionarse genéricamente con la nación en forma político-administrativa, económica y ética. La pri- mera forma tiene que ver con la acción típica del poder político de la nación que a través de sus órganos institucionales regula, regla- menta u organiza la filosofía en planes de estudio, libros de texto, programas, titulaciones, cuerpo docente, etc. Dicha acción conduce a una filosofía “administrada” que por la autoridad de quien depende (instituciones nacionales) podríamos llamar “nacional” 17 . La segunda forma de relación tiene que ver con la creación de medios de todo tipo puestos a disposición de los filósofos todos de una nación para facilitar o estimular su labor. Aquí cabe también una cierta apelación a lo nacional por el lado geográfico y representativo de la acción intentada. Por ejemplo, puede haber y de hecho hay congresos, sociedades, editoriales, premios, becas, bibliotecas especializadas…, llamados nacionales o de alcance nacional. La tercera forma de relación es de tipo más personal y libre, más creativo e íntimo, y tiene que ver con el grado de compromiso que cada filósofo asume en su obra con los rasgos que considera más propios de la tradición filosófica de su país, dando por resultado un producto, una obra filosófica que, por transparentar de forma notable esos rasgos, bien puede llamarse y con atribución más ajustada que en los casos ante- riores, “nacional”. Ya se ve pues que en este campo puede haber, y de hecho hay, varias lecturas de la tradición nacional. Lo esencial es que dichas lecturas puedan presentar para su legitimación apoyos históricos positivos de cierta densidad y representación, pues es en la historia propia donde está la condición y posibilidad de una filo- sofía nacional en el sentido propuesto. Esto nos lleva a afirmar que no toda filosofía hecha en una nación es igualmente nacional, lo que no significa que una filoso- fía de baja o nula intensidad nacional no sea buena filosofía en sí misma o que no contribuya a su modo a una obra “nacional” por el enriquecimiento que supone del patrimonio filosófico común 18 . 17 Sobre la existencia, caracteres y condiciones de este tipo de filosofía puede consultarse: A. HEREDIA, “La filosofía en el Bachillerato español”, en Actas del I Semi- nario de Historia de la Filosofía Española (Salamanca 1978) 83-86. 18 En España, por ejemplo, todos los que hacen filosofía son filósofos españo- les, pero no todos hacen filosofía igualmente española . Es claro que Unamuno, Ortega “ t e t t e s e l e t c e t e s y c l a y si fi

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz