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FILOSOFÍA Y NACIÓN 537 - e s e - a y - a l - e e í - - a i - n e e , s s . frase bíblica, como recordándonos la existencia de un sagrado man- damiento más de índole universal y natural 16 . 3. FILOSOFÍA NACIONAL La relación entre nación y filosofía parece pues clara y natural. Puede afirmarse sin miedo a errar que la filosofía ha sido hecha siempre en una nación; esto es, en un tipo determinado de socie- dad. Y eso, ni los más acérrimos defensores de la universalidad de la filosofía lo niegan, pues que tampoco niegan el carácter sociable del filósofo en cuanto hombre. Pero ¿puede haber una relación tal que lleve a la filosofía a convertirse en nacional? Esto ya no se ve tan claro. Todo depende del tipo de relación que se establezca entre una y otra entidad. La relación puede ser de muy distinta clase y, dentro de cada una, tener distinta intensidad. 16 J. ORTEGA Y GASSET: O.c. en n. 3. Se me ocurre aquí hacer una glosa a propósito del natus es de la frase bíblica. “Natus” es vocablo emparentado con “natura”, “nativus” y “natio”, y los cuatro derivan de “nascor”, que significa nacer, criarse, formarse, venir al mundo, etc. Así pues, el término “natio” (nación) remite a “lugar de origen y nacimiento”. Ahora bien, ¿cuál es ese lugar primero para nosotros y, por tanto, nuestra “nación” primera y más natural? Sin lugar a duda, la madre . Ella constituye por sí misma nuestro ius soli primordial; en ella somos implantado y de ella respiramos, nos alimentamos, vivimos…, nos hace posible. De ella oímos las primeras frases o palabras, quizá no recordadas con claridad, pero sin duda las más importantes para nuestra salud afectiva. Pero ella no está sola; es ella y su circuns- tancia (física y espiritual; la matria y la patria, la historia con todos sus ingredientes), que ha de salvar (en el sentido orteguiano) si ha de salvarse ella. La madre, pues, y su circunstancia nos constituye, y a su vez nosotros hemos de salvarla (madre y cir- cunstancia de ella) para salvarnos. La madre es la mejor imagen y símbolo real de la nación. Y así como no nos quedamos en la madre, pero partimos siempre de ella y la llevamos dentro; es nuestro supuesto inevitable y originario…, así la nación. Y el filósofo, por mucha y profunda filosofía que fabrique, no deja de ser humano y tener madre… Filosofía nacional es la que se configura como genuina filosofía en el espa- cio, tiempo y lengua de una “matria/patria” en el sentido propuesto. Ella pretende dar respuesta a los problemas filosóficos universales en perspectiva de la vivencia histó- rica peculiar de la nación. Esas respuestas, aun racionalizadas, arrastrarán el humus de los primeros balbuceos…, como el hombre que ha tenido madre. Por tanto, el problema fundamental de la filosofía nacional es el problema mismo de toda filosofía desde Platón: pensar el ser y el no ser, lo uno y lo otro, lo particular y lo universal, el humus y el cosmos…

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