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492 LEONARDO R. DUPLÁ Que tal convergencia se dé, es un hecho que posee decisiva importancia para la orientación de la praxis humana. Para ver que así es, pensemos por un momento la posibilidad opuesta: que no hubiera tal convergencia. Kant, por ejemplo, estaba persuadido de que el proyecto de ser bueno y el proyecto de ser feliz son irreduc- tiblemente distintos; y como las exigencias derivadas de uno y otro a menudo entran en conflicto, no tenemos más remedio que renun- ciar a la felicidad, si es que queremos alcanzar la bondad moral. Parecidamente, podríamos dar en pensar que las condiciones de la existencia humana hacen inevitable el sacrificio de la libertad como precio que se ha de pagar por el logro de la felicidad. O bien que se ha de sacrificar la propia felicidad en aras de la salvación, etcétera. Pero el caso es que no podemos renunciar a ninguna de esas aspi- raciones. En consecuencia, la voluntad humana, solicitada por fines inconmensurables, quedaría fatalmente desorientada, pues tener varios criterios de conducta es equivalente a no tener ninguno. En cambio, si libertad, bondad, felicidad y salvación son metas que definen aspiraciones convergentes, como se ha sugerido en la exposición precedente, la existencia personal no se enfrenta a una tarea irresoluble. Y la comprensión cristiana de la libertad parece contener un mensaje de esperanza. L EONARDO R ODRÍGUEZ D UPLÁ Universidad Pontificia de Salamanca s r r l g c s a r e i c r c r a l 2 p s s

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