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ÉTICA Y RELIGIÓN EN LA VIDA SOCIAL. LAICIDAD Y LIBERTAD… 435 , e a r , e - a - - a - s - e y l a s ) . ) imponen como deberes morales algunas acciones religiosas, tanto relativas al culto como a la comunidad religiosa 5 . Asimismo, en segundo lugar, todas las religiones imponen tam- bién obligaciones morales no inmediatamente religiosas, sino más bien profanas o mundanas, como son las que aparecen en la segunda tabla del decálogo, recogidas por el cristianismo, el judaísmo y el Islam, o en los cinco preceptos del Budismo: no matar, no robar, no cometer adulterio, no mentir, no tomar intoxicantes; o los tres preceptos de los Incas: no robes, no mates, no seas mentiroso. De esta manera, se puede entender que la religión no podrá reducirse al ámbito de lo privado pues la esfera social es una de sus dimensiones fundamentales. En tercer lugar, la formulación de estos preceptos morales puede seguir el esquema de un utopismo idealista como aparece en el ser- món del Monte del evangelio, o puede seguir el esquema casuístico, como en el caso del fariseísmo e incluso puede orientarse hacia pro- puestas solo racionales por su relación con las ciencias humanas 6 . Encontramos en esta relación frecuentes reduccionismos. Existe una reducción moralista como aquel intento de considerar la reli- gión como una forma imperfecta de la actividad moral; va ligado sobre todo al nombre de E. Kant y de su célebre obra Die Religión innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft; la moral y la religión tienen el mismo objeto y son diversas solo formalmente. Para Kant la religión se deriva de la moral y no viceversa. El otro reduccionismo es de tipo antropológico. Es aquel que considera la religión como la hipostación de los vínculos sociales: esta reducción ha encontrado su expresión más decidida en la escuela sociológica francesa de E. Durkheim sobre todo en su obra sobre las formas elementales de la vida religiosa. Según él, de la sociedad se derivan tanto las catego- rias lógicas como las míticas. La religión en cuanto sistema solidario de creencias no es más que la divinización del vínculo totémico y la personificación del grupo social 7 . No es extraño que desde estos reduccionismos, un Gobierno que considere que el Parlamento es 5 Cf. J.R. FLECHA ANDRÉS, Teologia Moral Fundamental (Madrid 1994) 122. 6 J.M. AUBERT, “L’Objectivité de la morale chrétienne et la Philosophie de l’etre”, en Revue de science religieuse 56 (1982) 52-66. 7 Cf. G. MORRA, Fenomenología de la religión , 67.

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