NG200701017

ÉTICA Y RELIGIÓN EN LA VIDA SOCIAL. LAICIDAD Y LIBERTAD… 433 e e - - a a - e a - e s a - á l - e e , a e a - e t X Benedicto XVI indica la importancia de la purificación del eros para dar al hombre, no el placer de un instante, sino un modo de hacer pregustar en cierta manera lo más alto de su existencia (DCE 4), así más tarde, en la segunda parte, insiste en la necesidad de purificar la razón. En todo caso el término purificación contiene el concepto de maduración hasta lograr la verdadera grandeza humana (ascesis, renuncia, purificación y recuperación) (CDE 5, 6), elementos com- patibles con una visión racional de la ética. Por otra parte, ante esta sociedad europea, de tipo regalista y laicista, el primer planteamiento social de la necesitad de purificar la razón, como Benedicto XVI señala, se debería referir a la búsqueda de la función del Estado en relación con la justicia. La respuesta a la pregunta ¿qué es la justicia? responde a la razón práctica “pero para llevar a cabo rectamente su función, la razón ha de purificarse constantemente, porque su ceguera ética, que deriva de la prepon- derancia del interés y del poder que la deslumbran, es un peligro que nunca se puede descartar totalmente” (DCE 28a). La ceguera que nace del interés y del poder ciega la razón y hacen que surja una separación entre justicia y ética convirtiendo la justicia en un elemento legalista al arbitrio del poder que hace las leyes. En el mismo marco, este trabajo tiene en cuenta el segundo planteamiento que aparece en la relación política y fe. La fe y la religión nos abren a horizontes que van más allá de la razón “pero al mismo tiempo, es una fuerza purificadora para la razón misma” (DCE 28a). ¿Por qué la fe purifica la razón? Porque la permite des- empeñar mejor su tarea liberándola de la ceguera en la que el inte- rés y el poder la sume. En tercer lugar, el Papa concluye que la tarea de la Iglesia, por tanto de la ética cristiana, no es la de suplencia del Estado sino “sim- plemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después puesto también en practica” (DCE 28a) ya que “la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables”. En definitiva, es preciso purificar la palabra “amor”, como cate- goría antropológica, dirá el Papa en un comentario anterior: “La palabra amor esta hoy tan estropeada, desgastada y se abusa tanto

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