NG200701017

454 ÁNGEL GALINDO desde el existencialismo, se nos ha pregonado una moral sin sancio- nes religiosas superior a aquella que mira a los premios divinos. Por otra parte, se ha ido constituyendo una serie de sistemas ateos en nombre de la moral. De una u otra forma se ha intentado justificar la opción por los valores éticos no desde la obediencia a Dios, sino desde la misma grandeza del hombre a la cual se opondría la misma soberanía de Dios. Incluso, se ha estructurado toda una crí- tica a las éticas religiosas negando sus valores y calificándolos de alie- nantes. Y se ha intentado crear otras escalas de valores éticos como el intento del capitalismo occidental. Por fin, se ha pregonado el fracaso moral de la religión como lo demuestra la misma civilización que ha surgido en las naciones que se definen como cristianas. Incluso y a pesar de estas constataciones, presentamos el marco en el que la religión y la ética religiosa pueden encontrar su lugar y la misma racionalidad puede reivindicar su pre- sencia. 1º Palabra humana y divina: revelación y racionalidad Según algunos, la diferencia entre ética y moral, ética y religión, está en la intensidad que se de a uno u otro de los dos conceptos señalados: revelación o racionalidad. La una busca el bien en la reve- lación y la otra en la razón. Pero además señalan una clara distinción tanto en el método como en las fuentes. Según la mayoría de los autores las normas de conducta y los contenidos éticos que aparecen en la Biblia son revelaciones bíblicas que tienen varias fuentes: directamente el pueblo, u otras culturas a través del pueblo. Existe un paralelismo excesivo entre los manda- mientos divinos y los de los otros pueblos. Esto quiere decir que hoy se ha dado un proceso de asimilación de los valores éticos elabora- dos por los hombres de otros pueblos y culturas para injertarlos en el marco de la alianza y convertirlos en palabras de Dios. Así cabria decir que lo que Dios manda y quiere en el campo de la conducta humana es fundamentalmente lo que el mismo hom- bre descubre racionalmente que debe realizar. No es que Dios se acomode a cada época, es Dios mismo quien deja al hombre que busque, como ser dotado de autonomía y de responsabilidad, las formas concretas de vivir para relacionarse con Él, expresar su amis- tad y comprometerse como ser hombre. l l c c ( s a c c ll 1 l l l t c r c li e e

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