NG200701016

HACIA UN ENFOQUE SOCRÁTICO DE LA ENSEÑANZA DE LA BIOÉTICA 405 - . . l . a a , e y a a - e a l e r , l a e l s - l , - s , l los siglos modernos, sino que se intensificó dentro de ciertas tradicio- nes religiosas, como la católica. Y ello por motivos no sólo políticos, de gobierno de los fieles, sino también teológicos. Veamos cómo. A finales de la Edad Media surgió en la teología católica un movimiento muy radical. Fue el “nominalismo”. Él defendía una tesis que reforzaba claramente la vieja idea de que en ética no cabe otra cosa que el adoctrinamiento. Es el llamado “voluntarismo moral”. La tesis nominalista es que los mandatos morales no obligan porque a nosotros nos parezcan bien, o porque nos resulten agra- dables, o porque los veamos razonables, o promuevan la felicidad, sino que obligan porque han sido dados por quien tiene autoridad legítima para ello. Cuando esto sucede así, no hay nada más que discutir. Ahí se acaban los problemas. Hay que hacer lo debido, simplemente, porque está mandado por quien tiene autoridad para ello, produzca placer o displacer, felicidad o infelicidad, parezca o no razonable. Los mandatos se obedecen, y nada más. Lo que aquí se exige es la llamada “obediencia ciega”, tan alabada como virtud, al menos hasta hace muy poco tiempo, en ciertos ámbitos, como los grupos religiosos, la vida militar, e incluso en las relaciones entre padres e hijos, y en general en las relaciones entre superiores e inferiores. Hoy esto puede parecernos extraño, sin duda por la fuerte pene- tración que la mentalidad liberal ha tenido en nuestras sociedades en las últimas décadas. Pero basta echar la vista muy pocos años atrás para ver este modelo en toda su pujanza. E incluso hoy es más vigo- roso de lo que se sospecha en el interior de muchos movimientos y grupos religiosos. No podemos olvidar que, por ejemplo, en el inte- rior de la iglesia católica se pide asentimiento y fidelidad a las nor- mas de comportamiento moral dictadas por sus órganos directivos, incluso en los casos en que los fieles no acaban de verlas razonables. La crisis nominalista comenzó con disputa que en principio parecía puramente intelectual y por completo ajena a los problemas cotidianos de la vida de las personas. Es la disputa que en los libros de historia de la filosofía se conoce con el nombre de problema de los universales. Un fraile franciscano, Guillermo de Ockam, puso en jaque toda la filosofía medieval, y pronto veremos que también la teología, al afirmar que las ideas universales eran puros nombres y carecían de realidad, incluso de la realidad moderada que había

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz