NG200701016

404 DIEGO GRACIA hacer que las nuevas generaciones asuman como propios los conoci- mientos que les son transmitidos por las generaciones mayores. Es un proceso de “transmisión” o “entrega” del depósito de conocimientos. Entrega se dice en griego parádosis, término que se tradujo al latín por traditio. Lo que se entrega es la tradición, el “depósito” recibido. Ése es el objetivo de la enseñanza, no otro. Hay que situarse en el horizonte del mundo antiguo y medieval para entender por qué esto fue así y no pudo ser de otra manera. Piénsese en una sociedad analfabeta, en la que la mayoría de la gente no sabía leer ni escribir, y se entenderá por qué la enseñanza del depósito básico de conocimientos, en muy buena medida, depósito moral, se hacía de esta forma. De lo que se trataba era de que aprendieran los contenidos de esa tradición, los memorizaran y adecuaran su vida a ellos. Esto, naturalmente, tenía que hacerse a través del oído. El adoctrinamiento era oral. De ahí que consistiera en la repetición en alta voz de los contenidos que se querían memo- rizar. El aprendizaje era sonoro. Y como en griego “resonar” se dice ejéo, que procede de éjos, ruido (de donde la palabra “eco”), resulta que al acto de enseñar se le llamaba “catequizar”, hacer resonar al oído o instruir de viva voz, al texto que contenía las enseñanzas se le llamaba “catecismo” y al proceso completo, “catequesis”. Así se han transmitido las enseñanzas morales durante la mayor parte de la historia de la humanidad. Así se ha enseñado la ética o, al menos, la moral durante siglos y siglos. Desde luego, durante el mundo antiguo y toda la Edad Media, pero también, y esto resulta ya más sorprendente, a lo largo de los siglos modernos y hasta hace muy pocos años, en buena parte del mundo occidental. Y es que el advenimiento de la modernidad no acabó con este modelo. Todas las doctrinas, todas las ideologías, religiosas, políticas, culturales, filosó- ficas, han seguido catequizando a la gente, cada una a su modo. El ejemplo más claro es el de la catequesis dentro de la religión cristiana, y más en concreto en la reforma católica llevada a cabo por el Con- cilio de Trento en el siglo XVI (1545-1563). Lejos de acabar con los catecismos, lo que Trento decretó fue promoverlos. Ése es el origen del llamado Catecismo Romano, redactado en 1564 por disposición del Concilio de Trento y publicado en 1566, del que han procedido, por una vía o por otra, todos los catecismos católicos modernos. El adoctrinamiento a través de la catequesis no sólo no disminuyó en l t c s l s e s a g i t l r g r i c l e l y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz