NG200701016

HACIA UN ENFOQUE SOCRÁTICO DE LA ENSEÑANZA DE LA BIOÉTICA 427 y r l l a y s r s - - . r e r . a r - y l , . l e r a e Concluyendo, pues, cabe decir que el ámbito de la delibera- ción es doble. Hay uno, virgen en la historia de la ética, que es de la deliberación sobre los valores y normas que deberían regir una sociedad bien ordenada, y que por tanto han de orientar nuestros jui- cios morales. Y otro, más clásico, que es el análisis de los factores de cada situación concreta, a fin de tomar en ella soluciones razonables y prudentes. No hay ámbito de la vida moral que pueda sustraerse a la deliberación. Por eso cabe decir de ella que es el procedimiento propio de toda la racionalidad práctica, y más en concreto de la vida moral, desde el principio hasta su fin. 4. CONCLUSIÓN La deliberación, así entendida, es una escuela de vida. Y, por supuesto, es fundamental en bioética. Mi tesis es que los cursos de bioética tienen que ser verdaderas escuelas de deliberación. Lo más importante del curso de ética no es tanto el resolver problemas cuanto enseñar a deliberar. La bioética yo la concibo como una escuela de deliberación. Así he entendido y programado siempre mis cursos. Frente a la bioética doctrinaria y a la bioética puramente informativa y neutral, yo he propuesto siempre la bioética deliberativa. Soy consciente de que esto es, en buena medida, una utopía. Deliberar, como ya hemos visto, es muy complejo, exige unos pre- supuestos que hoy son difíciles de cumplir. Pero esto no puede ser un obstáculo en unos programas de formación que se ocupan, pre- cisamente, no del “ser” de las cosas, sino de su “deber ser”. El pro- blema de la enseñanza de la bioética es el mismo problema de la ética y de la bioética, la concepción que se tenga de ellas. Se puede concebir la ética como un saber ya hecho y completo, con verdades absolutas en las que es necesario instruir o adoctrinar a la gente; se la puede ver como un conjunto de doctrinas de las que es necesario informar del modo más aséptico posible, guardando una exquisita neutralidad entre todas ellas; y se la puede ver como un cúmulo de razones, valores y creencias que no es posible racionalizar del todo, pero de las que sí tenemos que ser capaces de dar razones, a fin de exigirnos a nosotros mismos y exigir a los demás que sus decisiones sean, no uniformes, pero sí razonables y prudentes. Yo me sumo

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