NG200701016

426 DIEGO GRACIA acuerdo razonable y pacífico de cómo proceder. Hay deliberación y debe de haberla en el orden ideal del debería. Hoy no es fácil aceptar un concepto de racionalidad fuerte, como el propio de la época del racionalismo, capaz de establecer de modo universal y definitivo el sistema de valores que deberían regir una sociedad bien ordenada de seres humanos. Hay deliberación, pues, en el nivel ideal del debería. Y la hay también, obviamente, en el nivel real del debe. Esto lo ha aceptado siempre la teoría moral. La evaluación de las circunstancias de los actos y la ponderación de las consecuencias previsibles han de ser tenidas en cuenta en las tomas de decisiones morales, y muchas veces obligan a hacer excepciones a los principios del debería. No se debería mentir nunca, pero a veces se considera justificado men- tir por piedad. Y lo mismo que se dice de este principio, cabe afir- marlo de cualquier otro. No parece posible establecer un principio que no tenga o pueda tener en alguna circunstancia excepciones. Y ello aunque sólo fuera porque siempre podrá entrar en conflicto con otros valores que en una situación concreta puedan llegar a ser más importantes o necesarios. Suele decirse, utilizando un texto de Tomás de Aquino, que nunca está ni puede estar justificado infringir daño o quitar la vida a un inocente, sobre todo si está indefenso. Basta la más mínima reflexión para darse cuenta que esto no se ha compadecido nunca, ni se compadece con los hechos. Es verdad que nunca se debería hacer tal cosa, pero es muy distinto afirmar que nunca se puede ni se debe hacer. No hay más que una situa- ción en la cual los principios pueden afirmarse como absolutos y sin excepciones, y es aquella en la que la propia formulación del principio incluya ya la calificación moral negativa. Así, por ejemplo, puede decirse de modo absoluto que la violación es siempre mala. Pero eso es porque en el concepto de violación va ya incluido el poseer a una persona en contra de su voluntad. Se trata de un juicio analítico y, por ello mismo, tautológico. Estos juicios sí son siempre y por necesidad verdaderos. Lo que dicen puede afirmarse de modo abosluto. Lo cual no significa que no puedan tener excepciones. Por más que la violación sea siempre mala, no está dicho que en algún caso, al entrar en conflicto con otros principios o deberes, no pueda llegar a ser un mal menor. La realidad es más terrible de todo lo que pueda imaginarse. c l s c c y l 4 s i e F y s c é c a l i r e s

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