NG200701016

HACIA UN ENFOQUE SOCRÁTICO DE LA ENSEÑANZA DE LA BIOÉTICA 421 e s e - s . - í s l e e r , - - e e s a a - s , s e s e a l s s valores tienen que ser “razonables”. Esto es fundamental. Si los valores fueran completamente “racionales”, entonces es obvio que deberían ser los mismos para todos y que podrían exponerse apo- dícticamente, como sucede con las verdades matemáticas. No hay constancia de que Sócrates considerara así el problema. Más bien parece que su método de la refutación, que como es obvio tiene un carácter meramente “negativo”, le sirve para razonar sobre lo que no es, pero no sobre lo que es. Esto es lo que debe entenderse por algo “razonable”. Es razonable porque pasa la prueba de la refuta- ción. Pero eso no quiere decir que sea completamente racional; por tanto, que deba ser igual para todos en sus contenidos concretos. Así, por ejemplo, las creencias, del tipo que sean, políticas, o reli- giosas, tienen que ser razonables; no pueden ser completamente arbitrarias. Pero no se las puede exigir que sean completamente racionales, pues en ese caso dejarían de ser creencias. En el caso de las creencias religiosas, la teología tiene por objeto analizar su razo- nabilidad, pero no su racionalidad. No hay razones necesarias de las creencias, como se pensó por ciertos autores en la Edad Media, pero sí hay razones. Esto significa que hay un tipo de razonamiento distinto del razonamiento apodíctico, y que es el propio de los saberes prácti- cos, como el propio de la ética o de la política. Ésa fue la conclu- sión que sacó Aristóteles de las enseñanzas de Sócrates. El razona- miento apodíctico da verdad, y además en él los problemas tienen una única solución verdadera, lo que convierte necesariamente en falsas todas las otras respuestas posibles. En el caso del razona- miento práctico, por el contrario, los problemas pueden tener más de una solución “razonable”. Esas soluciones razonables son las que se denominan “prudentes”. La prudencia es la virtud propia de lo razonable pero no racional, es decir, de lo probable pero no cierto. Las cuestiones prácticas pueden tener más de una solución razona- ble y prudente. Incluso ante la misma situación, dos personas pue- den tomar dos soluciones que sean razonables, e incluso una misma persona puede tomar dos soluciones distintas en dos momentos distintos, aunque todas las demás variables permanezcan idénticas. Pues bien, al procedimiento intelectual que tiene por objeto la toma de decisiones razonables y prudentes es al que Aristóteles llamó, técnicamente, “deliberación”. El objetivo de la deliberación es dar razones de las propias creencias y de los propios valores, aun-

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