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EL DOGMA DEL PECADO ORIGINAL Y EL ATEÍSMO MODERNO 377 e s o - y a s a , - - - a a s l - . s l n , - actuales– una que pudiera llamarse opinión común (communis opi- nio) sobre el problema del PO. Yo mismo, tras un largo y minucioso estudio del tema, terminaba hablando sobre el visible “ ocaso de una creencia ”, la del PO, vieja de siglos. Incluso un grupo atendible de teólogos católicos propugnaba ya la superación de esta vieja y avejentada doctrina. Y pedía dar paso franco a un “ Cristianismo sin pecado original” 3 . En todo caso, quede como seguro que la enseñanza cristiana sobre el PO no puede ser resumida en un solo enunciado o propo- sición. Por ejemplo, en la simplicísima y sibilina definición del cate- cismo de Astete, popular en España. El PO “es aquel con que todos nacemos heredado de nuestros primeros padres ”. En su entidad plena y operativa, el PO implica una auténtica constelación de afirmaciones antecedentes, constituyentes y consiguientes que integran el cuerpo entero de esta figura, según la tradición teológica occidental. Dentro de la figura global del PO es indispensable distinguir e individualizar cinco momentos o cuerpos de doctrina: 1) Afirmaciones antecedentes. Las compendiamos en la llamada “teología de Adán”. Que propone al Adán genesíaco (Gn 1- 3) como primer individuo de la raza humana, (‘adánica’, por definición). Dotado de una realidad histórica tan cumplida como la de Alejandro Magno o Pablo de Tarso. Creado por Dios a su imagen, en posesión de peculiares prerrogativas naturales, preternaturales, sobrenaturales. Sintetizados, a gusto escolástico, en el “estado de sanidad y justicia original”. Por su “inmenso pecado, el mayor que un ser humano pueda cometer” (S. Agustín). Adán perdió para sí y para su descen- dencia toda aquella privilegiada situación Y fu castigado él y su descendencia a vivir “desterrados, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”. 2) Afirmaciones constituyentes. Lo sustantivo, el núcleo duro del dogma del PO lo constituye esta afirmación: por efecto y castigo del pecado adánico, todo ser humano entra en la 3 S. AGUSTÍN, De moribus Ecc. cathol ., 22,4; PL 32,1328.Texto de Lutero en J. GROSS, Geschichte des Erbsündendogmas (München 1972) Bd. IV, 532. G. VANDER- VELDE, Original Sin. Two major Trends in Contemporary Roman Catholic Reinter- pretation (Amsterdam-N.Y. 1975). A. de VILLALMONTE, El pecado original ... 45-56.

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