NG200701014

362 LUIS ROSÓN coejecución de los actos favorecedores de mi amigo. El amor perso- nal dentro de su unidad incluye tres instancias: una coejecución de actos, una concreencia y una mutua donación entre los amigos. Para conseguir la comprensión personal es necesaria una deli- cada actividad. El inventar la intención del otro no es pura imagina- ción, es también descubrimiento. “Todos los momentos constitutivos de mi convivencia personal con el otro –lo que ahora él me es y yo le soy, nuestro pasado respectivo, nuestro respectivo futuro– me hacen evidente la realidad de la intención que el buceo en su alma me ha permitido “inventar”. De ser novelista del otro, paso a ser su descu- bridor” 19 . Pero esto no basta. Apoyado en la intención recién des- cubierta, renaciendo en ella, vuelvo a crear desde ella los actos que me la han descubierto. “La amistad es entonces cumplida instancia mutua: instándome mi amigo está en mi; instándole yo estoy en mi amigo; y los dos estamos más allí de las objetivaciones que imponen la sociedad y la historia, en esa escondida estancia donde vivir no es hacer algo de lo que el mundo exige, sino – más alta y sencillamente – ‘ser con otro’ y ‘ser persona’ ” 20 . 1.3. L A COMUNICACIÓN : ENCUENTRO , DIÁLOGO Y SILENCIO La convivencia es siempre más o menos activa. Los hombres no son indiferentes como si fueran columnas. El más insignificante de los encuentros con otro requiere de mi parte una respuesta: he de decidir si lo trataré como objeto, persona o prójimo, si mi relación con él va a ser dilectiva o conflictiva y en qué grado. Fundamental- mente, mi contestación al otro puede tomar dos caminos: dejarle sin respuesta o corresponder a su expresión con la mía. Si violentando mi ser para, decido callar, el encuentro queda sin consumar. En mí ha surgido la nostridad pero ha quedado truncada por mi silencio: he percibido la expresión y la existencia del otro; pero al faltar mi expresión, él no conoce este contenido de mi conciencia. Mi actitud ha sido el silencio evasivo. Este silencio no es no-coexistencia: una vez percibido el otro no puedo dejar de coexistir con él. Mi silencio 19 Ib ., 254. 20 Ib . t a t q v ti f “ p p t c s s f e b

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