NG200701014

360 LUIS ROSÓN caso. Laín Entralgo indica ocho: 1) Si trato al otro como objeto se me presenta con una serie de notas que puedo abarcar. Cuando lo trato como persona, me es inabarcable; 2) La persona es inabarcable y fuente de posibilidades. El otro-objeto es para mí un algo definitivo; 3) De ahí que el otro-objeto sea patente. Mientras que el otro persona me es inaccesible; 4) En un caso el otro es cuantificable, en el otro (persona) sólo puedo hablar de mejor o peor con respecto al uso de su libertad; 5) Al otro-objeto lo observo y juzgo desde fuera. Al otro- persona lo conozco coejecutando sus actos con él, lo que le hace revelarse en mi interior; 6) El otro-objeto es realidad acabada y la puedo contar, lo cual es imposible cuando lo veo persona; 7) La reve- lación del otro me da una seguridad acerca de la vida personal del otro, la realidad-objeto no deja de serme una realidad problemática en su intencionalidad; y 8) El trato con el otro-objeto me es indife- rente, mientras con el otro-persona no me puede ser indiferente. “ En suma: para quien con su respuesta le objetiva, el otro es siempre ‘él’ y nunca ‘tú’; para quien como persona y como a persona le trata, el otro es siempre ‘tú’ y nunca ‘él’ ” 13 . Aunque le trate como objeto el otro es siempre una persona humana. La convivencia con el otro-objeto importa también la ambi- valente posibilidad de una colaboración o de un conflicto. Es pues una relación genérica que puede adoptar forma dilectiva o conflic- tiva. Dentro de una forma dilectiva, en la relación con el otro - objeto, Laín Entralgo estudia dos casos principales: la contemplación y la educación. El contemplador, en concreto, se instala en uno de los “yos empíricos” o “yos complementarios” que componen su persona- lidad y precisamente aquel que la ocasión haga mas idóneo” 14 . La relación conflictiva nos está diciendo que aunque el odio no sea nunca lo más radical en la vida humana, pues es siempre una ver- sión adulterada del amor, debemos admitir que a veces es el que de hecho rige la vida humana de relaciones. Cuando la contemplación del otro es movida por el odio, de modo contrario a cuando lo es por el amor, tiende a negar al otro a aniquilarlo de modo definitivo, “para siempre”. De si el odio es tendencia a que el otro no sea. Nuestro autor nos indica tres formas de esta relación conflictiva: 1) según el 13 Ib ., 232. 14 Cf. Ib ., 211. e l c t e a c y é t s i c S s l c f a

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