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358 LUIS ROSÓN Esta nostridad se descompondrá en un tú y en un yo en el momento en que tome posición ante el otro. Si mi existencia está constitutivamente abierta a las personas y a las cosas, si mi conciencia es siempre conciencia de, ello da necesa- riamente una compañía a mi existencia; mi vida no se desgrana como en una soledad impenetrable o entre ficciones quiméricas. Mi con- ciencia no se presenta como pura pasividad, es activa. “Para mí, ser –esto es: estar pensando, sintiendo o queriendo algo– es ‘tendere in’ , tender hacia algo, movido yo desde dentro de mi por una impulsión radical y primaria que, en cuanto es, se muestra libre y consciente; una impulsión, por tanto, orientada hacia un fin. Lo cual nos indica que ser humanamente es más que ‘existir con’ o coexistir; es también ‘existir para’” 7 . Laín Entalgo lamenta la ausencia del cuerpo humano en las reflexiones de algunos de los filósofos actuales, Heidegger en con- creto. “Los resultados de investigar científicamente la realidad del hombre, ¿pueden ser sólo materia de confirmación u objeto de polémica para el filósofo de la existencia humana? En ocasiones, ¿no podrán traerle alguna iluminación insospechada?... La fisiopa- tología y la patología de la propioceptividad y de la cenestesia, los datos que concede la investigación del llamado “esquema corporal”, ¿pueden ser desconocidos por quien con cierta precisión intelectual quiera descubrir su ‘cuerpo fenoménico’?” 8 . No admite tampoco nuestro autor la definición sartriana del encuentro como una colisión de libertades. En el trato con los demás hallamos experiencialmente una realidad ontológica. “ Encontrarme con otro y percibirle recíprocamente será, con anterioridad a cual- 7 Ib ., 31. 8 Ib ., t. I, 325. En el cuerpo humano halla Laín cinco puntos que condicionan el encuentro: 1°) La bipedestación , que amplia el campo de la visibilidad, facilita el cambio de miradas con quien se acerca y deja en libertad las manos, preciosos instrumentos de comuni- cación. 2°) La integridad de la sustancia reticular mesencefálica , que es necesaria para el estado de vigilia y atención. 3°) El sistema orgánico de la vida de relación , los órganos receptores para la percepción del otro y los efectores para la respuesta. 4°) La actividad de los interoceptores para la incoación de los movimientos con que se ini- cia en nuestro cuerpo la afección percibida. 5°) Las estructuras neurofisiológicas que deben gobernar la expresividad y la relación afectiva con el otro (Cf. Ib. , t. II, 36ss.). q y “ a s c 1 e l o p e c a c s a li l A l p n c r

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