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356 LUIS ROSÓN certeza total y a la vez una ambigüedad difícil acerca del yo del otro, de su intimidad personal. Es necesaria una instancia exterior. El otro se me presente como algo distinto de mí que con su resistencia me da la certeza existencial de su realidad. Es algo externo, no mío, inde- pendiente, que requiere que yo esté consciente y sepa distinguir lo mío y lo ajeno. La presencia del otro no es una expresividad petrifi- cada; es viva, humana, se me ofrece como proveniente de un centro inteligente y libre, está coloreada por un carácter intencional y en parte comprensible que es necesario descubrir. El trabajo de distin- guir entre lo que es intencional y lo que no lo es, lo que es compren- sible y lo inabarcable, no alcanza siempre una certeza inequívoca: puedo engañarme atribuyendo al otro una intencionalidad inexis- tente; es decir, mi atribución es de si ambigua 1 . La percepción del otro no es sólo falible porque me puedo equivocar, lo es también porque el otro, con su libertad puede con- ducirme al error. El otro con su libertad puede suspender en cual- quier momento la melodía que juntos hemos empezado a ejecutar y dejarme a mí el enojoso y solitario afán de convivir una expresión ya irreal. “ Para quien la expresa sintiéndola realmente, la unidad intencional de la alegría es vivida como ‘duración segura’; para quien la convive a través de la expresión ajena, esa unidad intencio- nal no puede ser vivida sino como ‘duración amenazada’ de insegu- ridad e incertidumbre ” 2 . Podemos preguntarnos cuál es la vivencia que originariamente experimenta mi conciencia en el encuentro con el otro. Hasta Scheler todos han dado por válida la respuesta de que me yo, determinado ya en si mismo y consciente, percibe primero una extensión ador- nada por diversas cualidades sensibles; posteriormente, sea por un razonamiento de analogía, sea por otro medio, infiere la existencia de un yo exterior; es decir, conoce la realidad del tú. “Con la excep- ción de Hegel, cuyo “yoismo” fue, en rigor, “nosismo”, y a la postre panteísmo, los pensadores de Occidente han procedido frente al otro como si fuesen obviamente ciertas estas dos proposiciones: 1°) que ante todo nos es dado exclusivamente el yo propio, y 2°), que lo que ante todo nos es dado del otro ser humano es el fenómeno de 1 Cf. P. LAÍN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro , t. I (Madrid 1961) 37. 2 Ib ., t. II, 74. s s a s g c c t c y a v o e S d n d d v e t

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