NG200701014
366 LUIS ROSÓN que no puede prescindir a la hora de edificar su existencia. Por tanto la “interpretación de nuestro cuerpo, primariamente basada en las vivencias sentimentales que suscita, es una constante tentativa para hacerlo definitivamente “nuestro”, es necesario conocerlo incorpo- rándolo definitivamente de modo inteligible a nuestra existencia personal. Esa tentativa, nunca plenamente lograda, puede ser clara o distinta, informe o bien articulada, certera o errónea, sana o mor- bosa, pero siempre se halla enderezada hacia un mismo fin, la plena posesión de sí mismo” 29 . Y esta mete el hombre no la puede alcanzar, le sobrepasa, roza la divinidad. Quiere una incorporación tal de su cuerpo que lo reduzca a eternidad, intenta poseerlo para siempre, pero esta comprensión exhaustiva del propio cuerpo es imposible para el hombre; pertenece al ser que reúna en sí, en un mismo acto el ser y el comprender, que sea al mismo tiempo, sumo ser y suma verdad. El hombre descubre con cierta frecuencia que su cuerpo sufre la enfermedad y cae en la cuenta que no puede evadir la zona del dolor en su vida. Ya conocemos las diversas interpretaciones que el hom- bre da de él. Sentirse enfermo significa para el hombre constatar la vulnerabilidad de la propia naturaleza y la dependencia de una rea- lidad numinosa que es “lo vulnerante”. Nos enseña la deficiencia de nuestro cuerpo y la existencia de un poder, nunca plenamente des- cubierto, que, siempre en forma de dolor perturba nuestra existencia. Y este viene siempre llamado: Dios. Si el hombre logra realizar este decisivo descubrimiento la vida humana no parecerá absurda y la desesperación como la única vía posible de salida, sino por el contra- rio, el dolor tendrá un sentido positivo que llevará al hombre a una mayor perfección y a un afianzar aún más su profunda creencia 30 . “ En rigor, toda enfermedad es “sagrada”; y lo es en el doble sentido que en latín tiene el adjetivo sacer, porque su realidad se nos muestra a la vez “sacra” y “execrable”. A través de ella, el hombre – llámese Job, Teresa de Lisieux, Kant o Lenin – se pone ‘volens nolens’ en agonal contacto con su idea personal de la divinidad” 31 . Sabe- mos que el dolor hace al hombre más consciente de sí mismo y le 29 ID., La Historia clínica , (Barcelona 1961) 611. 30 Cf. ID., La relación médico-enfermo. Historia y teoría (Madrid 1964) 319ss. 31 ID., Ocio y trabajo (Madrid 1960) 113-114. s t s t e e 2 e t l i s r
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