NG200701013
SORPRENDENTE CRÓNICA DEL ÚLTIMO DÍA ENTRE LOS MASHCOS… 353 y hojas de toe. Ten en tu mano mi tayampi adornado con plumas de paucar y guacamayo y, cuando te encuentres con los espíritus benéficos, les dirás: he llegado”. Yo mismo me veía entrando a un mundo extraterreno, al Seron-Jaive, al río subterráneo donde están instalados todos los muertos, quiero decir las almas que el loro Yonka deja pasar si traen algo de yuca consigo. (¡Ay Dionisio!, Dios nos da un aventón hacia los cielos, mientras acumula amor en nuestras venas y permite que los profetas traduzcan el misterio de su Palabra) Dije, “He llegado”, y entonces pude ver: ahí mi abuelo asturiano enjebando ponchos mientras retumbaban los truenos de Yuperak; ahí mi abuela Troncoso fumando bajo Eju, el aguacero, en cuyas entrañas viven maschos que muy arriba se refugiaron del fuego; ahí, en mi visión, tantos abnegados misioneros junto al apaktone, al papá-viejo José Álvarez; ahí el padre Aldámiz, volando con sus alas de la esperanza, llevando al padre Silverio por selvas donde suelen rendirle honores; ahí mi tío Antuco embreando su canoa de cedro para surcar hasta la cabecera del río Colorado; ahí el amarakaeri Cameno cantando: “¡Tengo mujer para el amor, hai!, ¡tengo mujer para el amor, hei!, ¡echada en el suelo de pona me espera mi Tojo para hacerme feliz, hei!”; ahí el tío Jaime hablando las muchas lenguas de los indígenas del Alto Madre de Dios; ahí la bisabuela Encarnación Mendoza dándole pésimas nuevas al bisabuelo Domingo; ahí el tío Lucho Ishikawa contándome
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