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320 MODESTO BERCIANO Una nueva oleada de teología natural se dio en el racionalismo; sobre todo en Leibniz y en Wolf. A Leibniz se debe el nombre de Teo- dicea, como indica el título de su obra: Ensayo de teodicea, sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal . A Wolf se debe haber considerado la teología natural como tratado autónomo, dentro de la metafísica especial. La crítica más radical y seria de la teología natural es la de Kant. Kant hace su crítica de la teología natural dentro de la crítica a la metafísica. Ésta no es ciencia ni verdadero conocimiento ( Erkennt- nis ), sino un pensar ( Denken ). Esto vale para todo noumeno, que va más allá de la experiencia; vale sobre todo para la idea metafísica principal, la idea de Dios. No hay demostración científica ni conoci- miento propiamente dicho de Él. Dios queda dentro del ámbito trans- cendental, como un pensar o una idea. Centrándose en el uso especulativo, Kant afirma que el proceso natural de la razón humana en esta búsqueda comprende dos pasos: Primero se parte de la experiencia común de lo contingente y se llega a la afirmación de un ser necesario. El segundo paso consiste en bus- car el concepto para ese ser incondicionado y la razón lo encuentra en la plenitud de la realidad, en el ente realísimo 2 . Pero no habría demostración alguna; la idea de Dios se quedaría en un concepto, al que se le atribuye la existencia mediante un paso ilegítimo del pensar al ser. El principio de causalidad, que ha sido el que ha permitido ir más allá de la experiencia en la metafísica, no se podría aplicar aquí, ya que sólo tendría aplicación, para obtener un conocimiento en el ámbito de la experiencia 3 . Partiendo de estos principios, Kant reduce las pruebas de la existencia de Dios a tres argumentos: Ontológico, cosmológico y físico-teológico o teleológico; y hace una crítica de los mismos. La conclusión general de Kant se resume en estas palabras: “Sostengo que los intentos de un uso puramente especulativo en vista de la teología, son infructuosos y según su naturaleza carentes de valor; que los principios de su uso natural no conducen absolutamente a ninguna teología; y que por consiguiente, si no se fundamenta en leyes morales o si no se usan como hilo conductor, no puede haber 2 KrV., B 612-615. 632-634; A 584-587. 604-606. 3 KrV., B 637-638. 664; A 609-610. 636. a l l r r e c r t c t t li c s l s l é c c l ji l e

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