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282 SATURNINO ÁLVAREZ TURIENZO Esa armonización de intereses no iba a ser duradera. El positi- vismo científico, tal y como vendrá a ser concebido más tarde casará mal con las preocupaciones teológicas. El propio Max Weber, que realzará las virtudes del êthos protestante en orden a la promoción de la cultura mundana, advertirá a la vez sobre el hecho del divorcio que acaba dándose entre esas dos esferas. El protestantismo puritano empezaría considerando el trabajo científico “como el camino hacia Dios” 13 del modo mismo que, en otro registro, lo habían hecho los maestros universitarios medievales. Pero las cosas fueron sucediendo de arte que la relación vendrá a convertirse en su contraria. Vuelvo sobre otros pasajes suyos: “Si tales conocimientos tienen algún efecto es más bien el de secar de raíz la fe en que existe algo que pueda ser llamado sentido del mundo. ¿La ciencia camino hacia Dios? ¿Camino hacia Dios ese poder específicamente ajeno a la divinidad? Que se lo confiese o no, nadie puede tener hoy dudas en el fondo de su ser de que la ciencia es ajena a la idea de Dios. La emancipación respecto del racionalismo y el inte- lectualismo de la ciencia constituye la premisa fundamental para vivir en comunidad con lo divino”. Weber ve el proceso de racionalización como agente “desen- cantador del mundo”. Piensa la ciencia como “neutra a los valores”. Niega con particular energía al científico, en cuanto tal, el carisma de profeta. Para Weber, la política, en los Estados modernos legitimados en la “legalidad”, es mero asunto de “distribución de poder”. Queda esa política vaciada del atributo “majestad”. En cuanto al de “santi- dad”, se deja aparte como algo fuera del mundo. Parte del debate disidentes de la religiosidad oficial. R.S. WESTFALL, Isaac Newton: Una vida (Madrid 2000) 124ss. El propio autor de los Principia afirmará que, al escribirlos, “creía ayudar a los hombres a creer en la existencia de Dios” Ib ., 198. 13 No es esa la idea que han venido a tener los científicos al presente, como observa el propio Merton en la obra citada en nota 11. Leer entero el cap. XVII: “Puri- tanismo, pietismo y ciencia”. Recordar la escéptica o negativa posición de Weber al respecto, a que se refiere la nota 9. Más adelante veremos cómo muchos científicos se declaran creyentes, aunque su ciencia como tal fuese tenida por neutra a la religión. Incluso casos, como el de Einstein, que ve la religiosidad realmente profunda reser- vada a los investigadores científicos. A. TORRES QUEIRUGA, “El diálogo ciencia-fe en la actualidad”, en Fin del cristianismo premoderno (Santander 2000) 182-186. s e e t e e l “ c i e L c c r c e ( I. 1
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