NG200701010
296 SATURNINO ÁLVAREZ TURIENZO anuncia su Buena Nueva, su personal religión. El mensaje puede resumirse en este dicho: “¿Mirad, yo os enseño el superhombre! El superhombre es el sen- tido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¿Sea el superhombre el sentido de la tierra! ¿Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales!... En otro tiempo el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto” 37 . He ahí el artículo central de una religión cósmica, religación o “fidelidad a la tierra”. No muy lejano a lo que se dice en ese texto suena lo enseñado por J. Dewey en el otro lado del Atlántico. Enseñanza alejada tam- bién de la creencia en dioses celestes, tiene asimismo su religión, cuyo sujeto es el hombre realizándose en al naturaleza y en la comu- nidad humana. “Nosotros, que vivimos en este momento, somos partes de una humanidad que se extiende en el pasado remoto, una humanidad que ha interactuado con la naturaleza. Las cosas que más apreciamos en la civilización no son nuestras. Existen gracias a las acciones y sufrimien- tos de la comunidad humana continua, en la que somos un eslabón. Nuestra es la responsabilidad de conservar, transmitir, rectificar y dilatar la herencia de valores que hemos recibido… Aquí están todos los ele- mentos de una fe religiosa que no está limitada a secta, clase o raza. Tal fe ha sido siempre implícitamente la fe común del género humano”. “La naturaleza no puede ser adorada como divina, ni en el sentido de un amor intelectual de Spinoza. Pero la naturaleza, incluyendo la humanidad, con todos sus defectos e imperfecciones, puede suscitar una piedad cordial, como la fuente de ideales, de posibilidades, de aspiraciones hacia ellas… Tal piedad es un componente intrínseco de una justa perspectiva de la vida” 38 . Valgan esos dos testimonios como muestra de los elementos religiosos que los nuevos gnosticismos toman de las sabidurías tra- dicionales. Las prácticas políticas concretas se quieren, a su vez, 37 F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra (Madrid 1978) 34. 38 J. DEWEY, A Common Faith (New Haven 1934) 25-26, 87. Pasajes cita- dos en A. MATAIX, La norma moral en John Dewey (Madrid 1964) 239, 245. Cf. W. JAMES, La voluntad de creer (Madrid 1922) 9-37. r e “ c c ( a “ a e l r e s c a s y i r ‘ d
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