NG200701009
RELEVANCIA FILOSÓFICA DE LA EXONERACIÓN (ENTLASTUNG)… 261 a e a r e r l , l - - e - ; - a - e a a - - s e , - s - rer situar la diferencia fundamental entre el hombre y el animal en la ‘inteligencia’: la diferencia se da ya en el plano anatómico, sensomo- tórico y, como veremos, en el de la fisiología de los sentidos. Como no podemos penetrar en el interior de los animales, no podemos establecer como criterio la cuestión del ‘entendimiento’. La opinión de los indios sobre que los monos son extraordinariamente más sabios e inteligentes porque no hablan, es ciertamente irrefutable” 8 . Se da o tiene lugar, pues, en nuestro autor un destacamiento o acentuamiento concreto de la corporalidad, lo cual no pretende sig- nificar, sin embargo, como iremos comprobando, que él derive del cuerpo, o reduzca a éste todo lo que es el hombre. Gehlen sitúa el hombre en el ámbito del mundo o de la natura- leza. A este respecto debe ser resaltado ya el hecho sobre cómo al mismo título de su vasta obra, El hombre , añade, a modo como de pregunta, la referencia a su lugar en el mundo y no en el cosmos, tér- mino éste cultivado en la antigüedad y en el Cristianismo, pero que incluye un sentido metafísico y trascendental. Por estar ubicado el hombre en el ámbito del mundo o de la naturaleza el esquema antropológico subyacente a la concepción gehliana del hombre es el de naturaleza-cultura, en lugar del tradi- cional alma-cuerpo. Por consiguiente, al situar y destacar insistente- mente en el propio punto de partida de su concepción del hombre la comparación de éste con el animal, el marco global de su exposición doctrinal es el de naturaleza-cultura. Ahora bien, si por cultura, conforme nos adelanta textualmente nuestro autor,“nosotros entendemos el conjunto de las condiciones de la naturaleza, dominadas, transformadas y utilizadas por el hom- bre con su actividad y su trabajo, incluyendo las habilidades y las artes más condicionadas y exoneradas que sólo devienen posibles 8 Ib. , 156; trad. El hombre , 182. A mayor abundamiento no nos resistimos a añadir la siguiente anotación de uno de los autores citados por Gehlen que éste incluye en nota a pie de página en este mismo lugar: “Brehm cuenta también, aun- que dubitativamente, que los marineros ‘acabaron considerando a un chimpancé como su piloto’. El primer gorila que trajeron a Berlín en 1877, venía alimentado con salchichas y cerveza blanca (de Berlín)”.
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