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266 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO encontrar su ubicación específica. Cada uno de aquéllos establece, como es sabido, el fundamento de puntos de partida divergentes para el desarrollo, bien de una antropología filosófica o bien de una antropología naturalista. Gehlen, con la exclusión de ambos extremos pretende desarro- llar una nueva perspectiva, que él califica como ‘biológica’, donde, como acabamos de indicar, procede aclarar desde el principio el sentido de este término tanto para evitar malentendidos con la propia antropología darwiniana como, y sobre todo, para comprender el sentido de su antropología de la acción y, consecuentemente, de la categoría exoneración . Hagamos, por ello, siquiera una somera refe- rencia a ambos polos o extremos antropológicos. De la densidad y radio de influencia del proyecto de antropolo- gía filosófica diseñado por Max Scheler en El puesto del hombre en el cosmos , es buena prueba el hecho de que proposiciones o puntos de vista diversos de tal esbozo aparecen recogidos en la vasta obra de Gehlen, El hombre, incluso con el carácter de expresiones funda- mentales. Aunque, sin embargo, con la diferencia básica en Gehlen, de que dichas afirmaciones pasan a adquirir un sentido inverso. Por consiguiente, lo que para Scheler tiene una orientación metafísica, en Gehlen viene a obtener un decidido rumbo o sesgo biológico, como lo confirma el siguiente pasaje: “No podemos, sin embargo, estar de acuerdo con la concepción de Scheler sobre que la objetividad es, en última instancia, un producto del espíritu.’Ese centro, dice Scheler, a partir del cual el hombre realiza los actos con los que objetiva el mundo, su cuerpo y su psijé, no puede ser, sin embargo, una parte de este mismo mundo’. Según nuestra concepción, la conciencia en la que las cosas y nosotros mismos aparecemos como objetos no es posible separarla del sustrato global que interviene en ese reflejo, es decir, no es posible separarla de la particular estructura sensomo- tórica del hombre, ni del ‘principio de la doble vía’ y del recíproco control y exoneración de los sentidos, ni de la exoneración de lo pul- sional en el trato comunicativo, ni finalmente de la peculiar posición morfológica del hombre, de su postura erecta, etc.” 16 . 16 A. GEHLEN, Der Mensch , 178; trad. El hombre , 209. a s c “ e t l s e r y e e e e d e l u a si y S e sí

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