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254 ISABEL ORELLANA taría el sacrificio cuando llegó la hora, pero no sin haber luchado por lo que le dictaba el sentido común y su conciencia bien forjada por la ciencia y la fe. Y no para contraponer su voluntad a la divina, sino para poner paz y cordura donde sólo habitaba la iniquidad y la destrucción propia de la barbarie humana que generan el nihilismo y el materialismo exacerbado en el que se ha eliminado a Dios socavando la dignidad y libertad humanas. Sería víctima del totalitarismo y la ceguera de los gobernantes, pese a que, con su peculiar clarividencia y frente a otros pronós- ticos, enseguida entrevió el destino que les esperaba a los de su raza. Pero no se arredró: «La fe en la historia misteriosa siempre nos debe fortalecer, cuando lo que conseguimos ver externamente (en nosotros mismos y en otros) podría desalentarnos» 62 . La fortaleza emanada de la experiencia mística de esta carmelita, que alumbraba su fe en la oscuridad, era imparable: «La vida mística ofrece experi- mentalmente algo que enseña la fe, a saber: la inhabitación de Dios en el alma. El que, dirigido por la fe, busca a Dios, ha de disponerse a ir donde es atraído el místico […] y a acogerse a la soledad de su interior para permanecer allí, en la fe obscura, en una sencilla mirada amorosa hacia el Dios escondido, que, aunque velado, está presente» 63 . Como es sabido, fracasaron sus intentos de entrevis- tarse con el Papa Pío XI para pedirle que escribiese una encíclica. No siendo posible este encuentro le escribió una carta 64 aunque no obtendría respuesta. Eso sí, por otras vías tuvo puntual noticia de las atrocidades cometidas contra sus compatriotas hebreos, y, frente a lo que ya parecía inevitable, se dispuso a participar del destino de su pueblo. Así lo reflejaría en su Testamento : «Desde ahora acepto con alegría y con perfecta sumisión a su santa voluntad, la muerte que Dios me ha reservado. Pido al Señor que se digne aceptar mi vida y mi muerte para su honor y su gloria; por todas las intencio- nes del Sagrado Corazón de Jesús y de María y por la Santa Iglesia, de modo especial […] en expiación por la incredulidad del pue- blo judío y para que el Señor sea acogido por los suyos y venga 62 Ib ., 258. 63 Ib ., 232. 64 Se publicó por vez primera el 15.2.2003, una vez desclasificados los archi- vos secretos vaticanos sobre las relaciones entre la Santa Sede y Alemania. s a l s a v t a l l c « e c a a s c
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