NG200701008

EDITH STEIN: FILOSOFÍA Y CONTEMPLACIÓN 235 a a a a s a a - a e e a l r l e a s e s a a mayoría. Es más, ni siquiera la teología es capaz de dar respuesta a los porqués del hombre cuando llega el drama humano 18 . Pues bien, cuando Edith se encontró frente a uno de los numerosos rostros del sufrimiento, encarnado por su amiga Anne, conoció en carne propia la aspereza del silencio que deja el corazón estremecido por la perso- nal indigencia: ¿Cómo podría consolarla? ¿Qué debía decir a su amiga en esos instantes…? Y sucedió lo inesperado para ella, ya que la ente- reza de Anne, su actitud cristiana, resignada y sobrenatural; su espí- ritu lleno de paz ante las graves circunstancias, fueron un impulso hacia la fe de la joven filósofa. Su amiga le hizo entrega de lo mejor que tenía; algo que ni la razón ni la lógica le había proporcionado anteriormente. Probablemente, respuestas como la de Anne ante el sufrimiento ni siquiera logran impactar el ánimo adormecido de muchas personas. En cambio, Edith reconoció que su incredulidad se desplomó ante este primer encuentro que mantuvo con la cruz, y quedó, en verdad, fascinada. Tanto que, de forma retrospectiva, diría que había contemplado entonces la victoria de la cruz sobre la muerte: «Ese fue mi primer encuentro con la cruz y con la divina vir- tud que ella infunde a los que la llevan. Entonces vi por primera vez y palpablemente ante mí, en su victoria sobre el aguijón de la muerte, a la Iglesia nacida de la pasión del Redentor. Fue el momento en que mi incredulidad se desplomó y Cristo irradió. Cristo en el misterio de la cruz» 19 . Años después, al ser perseguida por su origen judío, el testimonio cristiano de Anne se revalorizaría ante su propia tragedia personal, compartida, con su hermana Rosa, junto al pueblo judío. Pero en esos instantes, Edith todavía no se había encontrado con la verdad con mayúsculas; eso sí, estaba a punto de hallarla. La fe señalaba una nueva dirección en su vida y si bien es cierto que la filosofía había ocupado en este proceso un papel importante, no había logrado resolver los matices del problema religioso. Durante un tiempo Edith se dedicó a la lectura incansable del Nuevo Testa- 18 Eso es lo que advirtió aquella joven gravemente enferma que se encontró frente a las palabras teológicas, sin duda muy autorizadas, pero faltas de experiencia del capellán, y que le hizo exclamar: «¡‘Padre, la teología le ha secado el corazón. Per- done, pero usted no entiende nada’!». Cf. F. ÁLVAREZ, “Claves bíblio-teológicas para vivir cristianamente el sufrimiento”, en Labor Hospitalaria, 27 (1995) 81. 19 Cf. Cartas sobre Edith Stein en T.a MATRE DEI, Edith Stein en busca de Dios , 61.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz