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EL CONOCIMIENTO: UN CAMINO METAFÍSICO PARA LA BÚSQUEDA… 213 s r - s l , . - - r a : Z s - - s d . : ) s s s s - r ; e La respuesta de Tales, poniendo el agua como principio de todas las cosas, encamina al hombre a la razón y a la fe en sí mismo, posee- dor de su propia razón, lugar donde llevará a cabo su revelación, incluso entre dificultades 65 . Lo mismo podemos decir del aire de Anaxímenes 66 . Por su parte, Anaximandro responde con el apeiron , “de donde todas las cosas vienen” 67 , “realidad sagrada, ambigua, oculta, donde todo germen está contenido, actuando, es decir, portadora de todos los signos de la realidad” 68 . Con Parménides llega la afirmación del “ser-unidad”, “su iden- tidad con la unidad, consigo mismo” 69 , “idéntico a sí mismo, siendo al mismo tiempo el sostén último del ser de cada cosa y su garantía ontológica” 70 . Pero la solución de Parménides no es correcta para María Zam- brano. Sería “una suerte de momento religioso del pensamiento” 71 . Como en la situación primera de lo sagrado, volveríamos a: a) Una intuición originaria y única. b) El hombre no tendría espacio propio para moverse 72 . c) Un absoluto del ser y de la unidad 73 . siempre de alguna parte, naciendo secretamente, que entregada a sí misma va hacia algún lugar, que parece continúa sin límites, sin cualidad” (HD 69). 65 PH 97. A propósito del aire como principio de todas las cosas, escribe María Zambrano: “El aire podía competir con ella [el agua] en esa su forma de presentar el ser y casi era indiferente o intercambiable como fondo último residente de todas las cosas” (HD 69). Cf. M. GONZÁLEZ GARCÍA, a.c ., 482. 66 “El aire podía competir con ella [el agua] en esa forma de presentar el ser y casi era indiferente e intercambiable como fondo último residente de todas las cosas” (HD 69). 67 HD 72. 68 HD 76. Cf. M. GONZÁLEZ GARCÍA, a.c. , 482-483. 69 PH 97. 70 HD 77. Cf. también HD 75-76, 87. 71 PH 98. 72 “Pues no existe el espacio en forma alguna, ni como lugar de las ideas - al modo platónico, muchas y diversas -, como intersticio entre los átomos, según Demó- crito, ni tampoco como juego de los contrarios, según Heráclito” (PH 97). 73 Ib ., 98.

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