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DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LOS HUMANISMOS 177 - - e a - a r l, a s r - e a s - a s r - - e a , s a y que descanse en Él. Y aunque no hay que confundir los deseos con la realidad, en el caso del hombre los deseos forman parte de su naturaleza. Pascal expresa este fondo sin fondo o anhelo insaciable que nos constituye afirmando que el hombre trasciende infinitamente al hombre. La persona humana remite siempre, más allá de sí misma, hacia algo o hacia alguien. Dicha trascendencia aparece en pensamientos tan distintos como los de Tomás de Aquino, Marx y Nietzsche. En los dos últimos hallamos una interpretación utópica de la autotrascendencia del hombre. Convierten al individuo humano en un mero medio para la consecución de una futura sociedad sin alienación o de un futuro superhombre. En Tomás de Aquino el hombre se autotrasciende cognoscitiva y volitivamente hacia un Absoluto que no es alcanzable desde la naturaleza. No hace del hombre, por tanto, un mero medio para realizar el Absoluto. Nos dice: «En todos los hombres hay innato un deseo natural de conocer las causas de todo cuanto ven; por eso, al principio, admirados los hombres de lo que veían y no conociendo sus causas, comenzaron a filosofar; y, al encontrarlas, descansaban. Pero la búsqueda no cesa mientras no se llega a la causa primera; y, “entonces juzgamos que sabemos perfectamente, cuando conocemos la primera causa”. Por tanto el hombre desea naturalmente conocer la primera causa como último fin. Ahora bien, como la primera causa de todo es Dios, el último fin de hombre es conocer a Dios» 2 . La pertenencia del hombre a la naturaleza no significa que el objetivo último de la vida humana esté dentro de sus fronteras. Tras la natura- leza humana, tras toda la naturaleza, Santo Tomás, lo mismo que San Agustín, ve abrirse un misterio personal insondable, al que concibe como fin del hombre. Existe en la persona humana, pues, una dimensión absoluta de pregunta y de deseo, que no se da en otros seres naturales de los que tenemos experiencia. La historia de las religiones y, en gran parte, también la de la filosofía atestiguan esa inquietud perenne del hom- bre, esa búsqueda de un Absoluto que lo fundamente todo. Por eso asegura Max Scheler que «esta esfera de un ser absoluto pertenece a la esencia del hombre tan constitutivamente como la conciencia de sí mismo y la conciencia del mundo , prescindiendo de que la esfera 2 Suma contra los gentiles , III, 25.

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