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150 JOSÉ ANTONIO LLAMAS MARTÍNEZ de la verdadera filosofía, pasaba aún el tiempo ejercitándose en las doctrinas de los griegos”. Y en otro pasaje nos ofrece un vivo retrato del filósofo: “Justino, en el vigor de su edad predicaba con el atuendo de filósofo la palabra divina y combatía por la fe con sus escritos” 8 . Con esta misma indumentaria se nos presenta él mismo en su Diálogo con Trifón, hacia el año 135, finalizada la guerra de Adriano con los judíos, paseando por el ágora de Éfeso. De este encuentro nos ha quedado este hermoso diálogo, en el que Justino, no exento de recursos dialécticos, va confrontando la nueva doctrina con la vieja Ley judaica, dejando asombrado al erudito y culto Trifón del dominio bíblico demostrado por Justino, y de la terca y dura cerviz del judío para no reconocer a Cristo como el Mesías anunciado por los profetas. Ejerciendo ya en Roma, crea su propia escuela filosófica, en la que enseña, como el mismo relata al prefecto Rustico: “A quien quería acercarse, le comunicaba las palabras de la verdad” 9 . Justino mantuvo su escuela probablemente durante la paz de Adriano y el principio del reinado de Antonino Pío, pero las insidias y calum- nias del pseudo-filósofo cínico Crescente ponían en peligro, como el mismo predijo, su libertad de cátedra y la exposición de los principios de la nueva doctrina, que entre otras ideas predicaba la paz. Respecto a la premonición de su martirio se adelantó con las siguientes palabras: “Yo mismo espero ser llevado en el cepo por las asechanzas de alguno de los aludidos demonios o por lo menos de Crescente, ese amigo de la bulla y la ostentación” 10 . Incluso la valen- tía y espontaneidad de Justino como maestro llegó al extremo de no callarse ante el prefecto romano que le juzgó, el filósofo Rústico, conocedor y alumno del estoico Epicteto, y de manifestarle en qué lugar de Roma enseñaba, y que no tenía reparos en enseñar a quien se le acercaba las verdades de su filosofía, actitud sólo comparable a la que adoptó Sócrates en su defensa ante los jueces atenienses. Igualmente es significativo destacar el carácter de su escuela filo- sófica, pues fue la primera de la que se tiene noticia en el siglo II, 8 EUSEBIO DE C., H.E. IV, 8,3 y IV,11,8. 9 Actas de los Mártires, BAC, 313. 10 JUSTINO, Apología II , 8. e l e I l ll e e e e e l t g

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