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170 JOSÉ ANTONIO LLAMAS MARTÍNEZ muestra cerrado a que cualquier filósofo creyente busque pruebas, ya las tome de las Escrituras, ya de la filosofía, para demostrar que el mundo ha de tener fin y darse el justo juicio a todos los hombres. Pero el creyente ordinario y simple que carece de formación y no domine el conocimiento, es menester que se conforme con el “Ipse dixit”, mejor que con cualquier otra autoridad 43 . Del mismo modo y sobre otra temática fundamental Celso echa en cara a los cristianos su orgullo cuando les hace decir: “Nosotros fuimos hechos por Dios en todo semejantes a Él” (Génesis 1,26). Sin embargo Orígenes le contesta: “Si Celso hubiera comprendido la diferencia entre el ser creado a imagen de Dios y serlo a su seme- janza, y cómo se escribe haber dicho Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza , no nos hubiera hecho decir que somos en todo semejantes a Dios”. La interpretación de este pasaje del Génesis se remonta ya al judío Filón y fue uno de los temas recurrentes de otros intelectuales cristianos como Justino, San Ire- neo, Clemente de Alejandría y ahora Orígenes. La explicación que dará nuestro autor es la siguiente: Una cosa es ser imagen de Dios ( eikwvn ) y otra alcanzar la semejanza ( omoiwsi~ ). Todos somos por creación imagen de Dios, pero la semejanza es una meta y una perfección difícilmente alcanzable en este mundo, y le compete al cristiano que ya recibió el bautismo. Ese proceso de crecimiento y de perfeccionamiento propio del cristiano hasta alcanzar la meta sería la semejanza. Se trata de una temática muy querida por estos primeros autores cristianos y que enlazan primero con la exégesis filoniana del Génesis , pero tampoco está muy alejada del concepto de semejanza ya manejado por Platón en el Teeteto , cuando deseaba huir de este mundo y alcanzar la semejanza con la divinidad. A lo largo de toda obra Orígenes nos va dando muestras de comportarse no como un mero retórico, sino como un verdadero maestro dialéctico, pues va destruyendo argumentalmente cada una de las objeciones, falsedades y absurdos que el filósofo Celso le opo- nía. Esto es sólo posible desde un riguroso conocimiento, primero del saber filosófico adquirido con los mejores maestros alejandrinos: Amonio Sacas, Panteno, Clemente de A. etc. Y sobre todo de una cuidada formación teológica y en especial de los textos bíblicos. 43 Ib ., IV, 9. f a e c i e l t L v a l t l s g j e i y

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