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EL TRASPASADO. UN TÍTULO CRISTOLÓGICO EN EL CRISTIANISMO… 125 l a . e a s e s l e , a s . l e a - r a a del Cuarto Evangelio ha contemplado a Cristo como el traspasado, así alude de una parte, a la confirmación de la Escritura, y de otra parte, explica el hecho de la crucifixión desde una perspectiva cris- tológica para acentuar la divinidad de Cristo. El pasaje sobre el Traspasado en el Cuarto Evangelio narra los hechos que siguen a la muerte de Jesús. A nosotros nos interesa para nuestro propósito el verso siguiente: kai; pavlin eJtevra grafh; levgei: o[yontai eij~ o}n ejxekevnthsan “Y de nuevo otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37). El significado de la muerte de Jesús es explicado por San Juan en esta escena describiendo el traspaso de su costado (Jn 19,31-37). La sangre y el agua son símbolos de vida eterna y están fielmente descritos. La sangre es una realidad reconciliadora de la muerte de Jesús, así como el don del agua viva y no se puede separar la una de la otra. El evangelista describe el cumplimiento mesiánico de Jesús explicado en una secuencia de tres partes. El evangelista subraya solemnemente la veracidad de la sangre y el agua saliendo del cos- tado de Jesús, así los lectores pueden creer que Jesús como Mesías e Hijo de Dios otorga vida eterna (Jn 20,31). Las dos partes que siguen, el evangelista explica por qué sus lectores deben creer en la forma de dos citas de cumplimiento. La primera cita de cumplimiento dice: «Todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le que- brará ningún hueso» (Jn 19,36). La segunda cita de cumplimiento se refiere al pasaje del traspasado en el Evangelio de Juan: «Y de nuevo otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37). Con la muerte de Jesús y el fluir de la sangre y el agua vemos el cumplimiento de los testigos de Juan el Bautista. El agua se refiere a uno que ha sido bautizado en Espíritu Santo (Jn 1, 33). Esto se cum- ple ahora como Jesús predijo en referencia a la Escritura (Jn 7, 37-39). Esta realidad está fundada en el libro de Isaías, donde el agua y el espíritu, unidos a las aguas del Horeb daría nueva vida al pueblo de Dios, es decir, aquellos que llegan a Dios de nuevo (Is 43,20; 44,1-4; 48,21). El profeta Ezequiel reinterpreta la imagen del Éxodo y repre- senta el nacimiento de una nueva fuente. Las aguas que salían del templo serían una fuente de agua viva (Ez 47,1-12). El evangelista

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