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108 FELIPE F. RAMOS El segundo eslabón de la cadena es Jesucristo. La unión de los dos eslabones mencionados origina una comunidad de amor. Es el tercer eslabón : “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”. Se es cristiano en la medida en que alguien se une a este tercer eslabón. Así surge la Iglesia como comunidad de amor. b) Los mandamientos como expresión de la permanencia. El problema es saber de qué mandamientos se trata. Pero el problema deja de serlo si tenemos en cuenta el punto de referencia que nos da el mismo Jesús: “como yo he guardado los mandamientos de mi Padre”. ¿Qué mandamientos recibió Jesús del Padre? Ninguno en particular o todos aquellos en los que se expresa la voluntad de Dios. El mandamiento que Jesús recibió del Padre consistió en lle- var a cabo su obra salvadora. En ella se traduce el amor de Dios (Jn 3,16). Por el intercambio entre mandamientos, en plural, y manda- miento, en singular, tan propio del mundo joánico (el evangelio de Juan y su primera carta), su centro de gravedad siempre es el mismo: el del amor o el de creer y amar (1 Jn 3,23: el único mandamiento se desdobla en dos en este texto). Lo que nosotros entendemos por mandamientos son derivaciones de los que acabamos de mencio- nar. Guardar los mandamientos equivale a la audición creyente de la palabra o al cumplimiento de su voluntad (Jn 14,15.21. 23-24). c) La permanencia es sinónimo del gozo y de la alegría. Más aún, la misma existencia cristiana como tal es gozo y alegría. Es un signo mesiánico de la salvación última como realidad ya presente, la alegría “escatológica”, la de los últimos días iniciada con la presencia de Dios entre nosotros (Lc 2,10: la alegría anunciada a los pastores por el nacimiento de Jesús). Es la alegría producida por la certeza de la salud-salvación; la alegría de la liberación de toda esclavitud y ansia. Todo ello producido y garantizado por la experiencia cons- ciente del amor de Dios manifestado en Cristo. 7.8. L A AMISTAD DE J ESÚS CAUTIVÓ A P ABLO Esto, naturalmente, nunca lo dice Pablo con estas palabras. Utiliza, en cambio, otras similares: “ Sé de quién me he fiado y estoy seguro de que puede guardar mi depósito para aquel día” (2 Tm 1,12). Pablo se vio seducido por la confianza que Jesús le había e y e s r li c c e e s 8 c v e li y f a a z (

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