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EL VALOR DE LA AMISTAD 105 a . s i - e s a - y s - s a - a a , , e s r e e e l - - nicación de vida y de bienes, participación mutua en las alegrías y tristezas de la misma, en los éxitos y en los fracasos. De este modo vive Cristo en los creyentes. De este modo viven los creyentes en Cristo. De este modo vivía Pablo en Cristo. En la vida de una persona en otra lo decisivo es el amor. Los comentarios patrísticos lo destacan acentuando sus características: “el amor es una virtud que consigue la unión”; “mi amado es para mí y yo para mi amado”; “el amor es pensar constantemente en el amado”; “es la unión de pensamiento”; “el amor llega a ser éxtasis”: el amante sale de sí mismo en busca del amado en una especie de alienación. Un éxtasis mutuo: “El éxtasis transformó al Verbo en hombre”. Este éxtasis lo experimentó Pablo y, por eso, añade a la frase que estamos comentando: “...y se entregó por mí”. Esta frase paulina, de cuño claramente místico, es la concreción más precisa de su experiencia profunda de Cristo, que se inició en el momento de su conversión. Cristo vive o habita en el corazón de los creyentes: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones (Ef 3,17). Esta vida o habitación de Cristo en el creyente ha sido comparada con un relicario interior. El hombre lo necesita como centro de su vida para impulsarla cons- tantemente hacia delante, para soportar con entereza indomable el pesado yugo diario de la existencia con sus temores y esperanzas, con sus ansiedades y responsabilidades. El hombre necesita un relicario en el que sienta la proximidad-presencia del Señor. De él recibirá la luz y el poder para ser leal a los principios fundamenta- les de la vida; para alejarse del sin sentido, de la dispersión, de la corrupción. El apóstol Pablo al hablar de la habitación-presencia de Dios o de Cristo en él y en los cristianos se refiere a este relicario: Pero llevamos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no parezca nuestra (2 Co 4,7) 42 . 7.6. L A AMISTAD DE C RISTO CREADORA DE IGUALDAD La amistad entre Jesús y Pablo, entre Jesús y “los suyos” no se fundamenta sobre la igualdad. El desarrollo anterior (punto 5º) podía hacernos pensar en eso. Si así fuese estaríamos en el plano 42 Cf. Ib ., 741-742.

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