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104 FELIPE F. RAMOS adquirido para él un valor infinito frente a aquello que antes había defendido con dientes y uñas. En él se produjo una transformación profunda: la metamorfosis cristiana. En lugar de “apresar” a Cristo “fue apresado por él” (Flp 3,12). No sólo había encontrado un profeta de mayor categoría que los más célebres de la historia de su pueblo, bien conocidos por él, ni un maestro de mayor solvencia que Gamaliel, ni un rabino excep- cional cuyas enseñanzas constituyesen un atractivo irresistible. Le había salido al pasao la presencia de Alquien cuya vida, enseñanzas y amor llenaban sus incesantes e insaciables búsquedas, iluminaba y transformaba su vida, daba sentido a las traducciones de sus ante- pasados. Su existencia adquirió un nuevo origen, un nuevo estilo y una meta nimaginable. En esto consistió su conversión. 7.5. L A AMISTAD DE P ABLO CON C RISTO COMO EXPERIENCIA INTERIOR La diferencia de Pablo frente a aquellos que tenían sus mismas pretensiones –ser padre, instructor y guía de aquellos a los que ins- truían (Mt 23,8-10)– es muy profunda. Pablo se diferencia de ellos en que él vivía personalmente la paternidad divina, que le había sido revelada por Dios en su Hijo (Ga 1,16; 1,12; 2,20). La pater- nidad divina que él experimentó vivencialmente quiere que sea participada por sus hijos, que éstos entren en el plano de la gracia a través de Cristo, que es el único evangelio de Dios; que se hagan, mediante la aceptación del mismo, amigos de Cristo , del evangelio, como lo era él mismo. Esta amistad produce la misma forma de Cristo o hace que Cristo manifieste su forma –su ser y quehacer- en aquellos que intentan vivir en su amistad. Cuando Pablo habla de la formación de Cristo en los creyentes -de Galacia o de cualquieer Iglesia– está reflejando el proceso por el que él pasó y que culminó en la síntesis de amistad personal con Cristo. Cuando se expresa así está haciendo referencia a la realidad personal que le invadió y que se convirtió en el principio determinante de su vida: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Pero ¿cómo puede una persona vivir en otra? Evidentemente que tiene que ser mediante actos estrictamente personales, que siguen manteniendo la misma identidad personal del que vive en el otro; pensamos en la amistad, confianza, amor, intimidad, interco- municación, comprensión, fidelidad, transparencia, abertura, comu- t v c “ a e a f t c r r l c 7 s
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