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EL VALOR DE LA AMISTAD 1 Comenzamos el desarrollo del tema enunciado poniéndolo en tela de juicio, como lo hace el siguiente célebre texto del profeta Miqueas: “No os fiéis de los amigos, ni pongáis vuestra confianza en los jefes; guarda las confidencias de tu boca de la que duerme en tu seno” (Mi 7,5). Establecido el texto hace unas consideraciones sobre la amistad que pueden servir de marco adecuado para iniciar el desa- rrollo de nuestro tema. Para ello sigue teniendo delante de los ojos el texto de Miqueas: “El hijo deshonra al padre, la hija se alza contra la madre. La nuera contra la suegra y los enemigos del hombre son sus domésticos” (Mi 7,6). 1. APROXIMACIÓN BÍBLICA Y EXTRABÍBLICA DE LA AMISTAD El patrono de los estudios bíblicos se apoya en el mencionado desorden revolucionado de la sociedad. A su debido tiempo el texto fue citado por Jesús (Mt 10,35-36). El comentario de san Jerónimo es el siguiente: “Ahora es rara la fe, porque existe una cosa en el cora- zón y otra en los labios; el veneno del espíritu lo cubre la miel de la lengua. Hay muchos amigos de los ricos, pero de los pobres se ale- 1 Este relativamente amplio trabajo sobre el Valor de la amistad tiene una justificación enteramente “amistosa”. Ha sido elaborado como aportación obligada al homenaje dedicado al profesor Dionisio Castillo Caballero. Sus justificados méritos serán puestos de relieve en el lugar adecuado. Al final de mi pequeña colaboración debo dejar clara constancia de la obligatoriedad de la misma. Se trata del recono- cimiento del amigo leal al amigo fiel. Más fuertemente que la tarea académica nos ha unido la amistad personal en el trato humano, en el quehacer apostólico, en la convivencia fraterna de 14 años viviendo en la misma residencia que los franciscanos capuchinos tienen en la calle Ramón y Cajal y donde fui acogido cordialmente por el homenajeado, que ya por entonces era Guardián de la Casa. Me abrió las puertas y, con más calor aún, el corazón. Gracias, profesor Castillo Caballero, por todo lo dicho aquí y por lo silenciado. Enhorabuena, Dionisio.

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