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TITO LUCRECIO CARO, EL PRIMER POETA FILÓSOFO LATINO 69 a r a , l - a - - - l a l l l l e , - - - e e los dioses en los fenómenos de la naturaleza o en los acontecimientos físicos ni humanos. Si algo trágico hay en la actitud de Lucrecio es haber querido arrebatar a los romanos lo más precioso de sus creen- cias: su vinculación con el derecho sagrado de los dioses, a quienes se creían deudores de una protección y conducción histórica. El mismo problema que en el siglo IV d.C. se planteará en el debate del senador Símaco que, contra el Cristianismo 7 , desea se restaure el culto a los dioses, después de haber declarado el emperador Teodosio el Grande (379-395) la religión cristiana “religión oficial del Estado”. No podemos decir qué motivó el nacimiento de esta obra. Sin duda cabe inducir la personal decisión, científica y psicológica, de Lucrecio en el mundo espiritual de su tiempo. En su crítica actitud a lo que él tenía por falsa “ religio ”, su encuentro con la lectura de Epicuro pudo abrirle el camino a un nuevo sentido de la vida contra todo lo que entendió como fanatismo, con una radicalidad y dureza ajena a los mismos pensadores griegos, sus precursores, incluido el mismo Epicuro. Halló su fundamento en la ciencia natural de Epi- curo, el “Auxiliador”, como curiosamente indica este nombre griego. Su amistad con el Pretor Gayo Memmio, aunque no sea deducible su alcance, pero es cosa segura que se trataba de una persona culta, de pensar epicúreo, menospreciador de la literatura latina, y en conflicto con los intelectuales de la Escuela del Jardín en Atenas, pudo animar a la dedicatoria de sus seis libros. A todo ello debe añadirse la exis- tencia de muchas clases de Epicureísmo en la alta sociedad romana, en algunos ambientes con una falsa derivación hacia los goces des- mesurados, baldón vulgar y predominante de la idea de epicureísmo. Mas de hecho no sabemos si Lucrecio pudo leer directamente los 37 libros de Epicuro “ Sobre la naturaleza” o bien extrajo su conoci- miento por copias y escritos de los seguidores de la Escuela. Pero en ningún punto se distanció de cuanto conocemos de Epicuro, si acudimos a lo que Diógenes Laercio, primer testimonio de una Historia de la Filosofía, nos transmitió (siglo III d.C.) en el libro X de su obra Vida y Doctrina de Célebres Filósofos , en tres documentos principales, prescindiendo de materiales biográficos, legendarios, anécdotas, documentos testamentarios y catálogos de 7 Cf. A. ORTEGA - I. RODRÍGUEZ, Aurelio Prudencio, Obras Completas, “Contra Quinto Aurelio Símaco”, Libros I-II (Madrid 1981) 366-475.

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