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EL MAL EN EL PENSAMIENTO GRIEGO: DE LA TEOGONÍA… 59 a - s a - - a , l l a a s s e s . e - , l . s s a envoltura del alma y la posición erecta del cuerpo, coronado por la cabeza, sede del alma inmortal y racional, tiene como fin natural la contemplación de lo divino, que se halla en el cielo, y en el ejercicio de la reflexión como actividad que el hombre comparte con la divini- dad. He aquí el hermoso texto, con el que podemos concluir: “Debe- mos pensar que dios nos otorgó a cada uno la forma más importante de alma como algo divino y esta forma de alma que habita en la parte superior de nuestro cuerpo nos eleva desde la tierra hacia la familia celeste, como si fuéramos una planta no terrestre, sino celeste. Y esto que decimos es muy justo. Pues de allí, de donde nació la primera generación del alma, lo divino cuelga nuestra cabeza y raíz y pone nuestro cuerpo en posición erecta” 81 . Estos textos platónicos nos permiten afirmar un cambio en los modelos griegos de explicación del mal, que tal vez no supongan una revolución tan radical como piensa Festugière, pero en ellos se adivina una incipiente teodicea. Platón acepta la existencia del mal en el mundo, pero ni considera malos ni envidiosos a los dioses, ni acepta resignadamente la imposibilidad de vencer el mal por la finitud del hombre, por la labilidad del alma o por la maldad natural del cosmos o del cuerpo humano. Como acertadamente comenta Festugière, “la idea de que el dios es bueno no ha entrado jamás en una cabeza griega antes de Platón, ya que menos aún que la idea de justicia, la idea de bondad divina no está implicada en la noción de poder. Antes al contrario, como en nuestras vidas los acontecimientos independientes de nosotros son mucho más a menudo tristes que felices, el griego está persuadido, como he dicho, de que el dios, celoso de nosotros, goza abrumándonos” 82 . Platón no pudo menos de condenar las imágenes de los dioses que crearon Homero y Hesíodo, siguiendo en este punto la crítica anterior de Jenófanes 83 , pues eran dioses humanos, demasiado humanos, llenos de maldad y de envidia por la felicidad humana. 81 Ib ., 90a-b. 82 A.J. FESTUGIÈRE, O.c. , 26. 83 Así lo hace en los conocidos versos: “Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses todo / cuanto es vergüenza e injuria entre los hombres / y narrado frecuente- mente acciones injustas de los dioses: / robar, cometer adulterio y engañarse mutua- mente” (DK 21 B 11-12).
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