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EL MAL EN EL PENSAMIENTO GRIEGO: DE LA TEOGONÍA… 57 - , a a l a e l s a e - l r a y e y s s s e s - . , , a s s ojos no vemos nada seguro y con los oídos no oímos nada seguro” 77 . Ahora, Platón valora extraordinariamente la vista y el oído, como dones de los dioses, que le permiten al hombre alcanzar el conocimiento de la armonía del cosmos, como manifestación de la suprema belleza divina. La mayoría de las interpretaciones del platonismo, comenzando por la de los neoplatónicos, cuya influencia ha sido decisiva en la lectura de Platón, mantiene de forma invariable la tesis del dualismo antropológico y de la concepción pesimista del cuerpo. Pero es indu- dable que los textos del Timeo presentan una perspectiva diferente del hombre y de las relaciones entre el alma y el cuerpo, tanto en el cosmos como en el ser humano. En esta obra cosmológica, el cuerpo adquiere el tercer significado del término griego sêma , que fue de- sechado en el Fedón . El cuerpo cósmico y humano no es ni tumba ni cárcel, sino signo, manifestación e instrumento del alma y de lo divino. Ello supone también una visión diferente de las relaciones entre el alma y el cuerpo, que ahora adquieren una naturalidad de la estaban desprovistas en la atmósfera trágica del Fedón . Por todo ello, podemos afirmar que hay una evolución progre- siva en la concepción platónica del cuerpo, desde la visión más nega- tiva del Fedón , que presenta al cuerpo como la verdadera cárcel de Sócrates, en la que pierde su vida y su libertad, hasta la concepción más moderada de las pasiones y los deseos que, tanto en el Gorgias , como en la República , el Fedro y el Filebo , provienen de la parte fogosa del alma, quedando el cuerpo exento de culpa. Y esta evo- lución culmina en la consideración positiva del cuerpo en el Timeo , en el que el cuerpo aparece como instrumento eficaz y natural de la acción divina sobre el mundo. En este sentido se expresa Cornelia de Vogel, relevante espe- cialista en el platonismo, que afirma que “Platón no ha dicho que ‘el hombre es el alma’, ni ha sostenido jamás que la unión del cuerpo y del alma sea antinatural. En realidad, Platón no pensaba tal cosa. Si bien él había enseñado con gran énfasis que las dos partes del compuesto ( synamphóteron ) eran heterogéneas, Platón estaba con- vencido de que la unión de ambas partes durante el tiempo de la vida 77 ID., Fedón, 65b.

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