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46 PABLO GARCÍA CASTILLO dera, porque la envidia de los dioses no lo consiente. Hasta un histo- riador como Heródoto deja constancia de esta creencia de los griegos, que fue expresada de forma poética en el drama trágico. En el cono- cido pasaje en que Creso pregunta a Solón, que ha viajado tanto sólo por el afán de conocer a los hombres, si ha encontrado en sus largos viajes a un hombre totalmente feliz, Solón, tras responder con evidente ironía y pesimismo que apenas ha contado entre los felices a tres, uno, porque pereció gloriosamente en el combate y otros dos, porque murieron jóvenes, dirige a Creso esta palabras que resumen el sen- tido de la tragedia: “Amigo Creso, me preguntas por la fortuna de los humanos. Ahora bien, yo sé que la divinidad siempre está celosa de su felicidad y que goza trastornando su vida” 45 . Una respuesta semejante a la que da Artabán a Jerjes, cuando éste llora por la suerte de los grie- gos cuando piensa en el poco tiempo que les queda de vida tras cruzar el Helesponto el ejército persa. Artabán responde lo siguiente: “En ver- dad, cuando se calcula todo lo que un hombre debe sufrir en su corta vida, más vale verle morir. Ya que, tan envidiosa de la felicidad de los hombres es la divinidad, que le da unos instantes de felicidad para que a continuación experimente mejor la amargura de la tristeza” 46 . El modelo del mito trágico no sólo explica el origen del mal recurriendo a la envidia de los dioses o a la fatalidad invencible, sino que muestra una concepción pesimista de la vida humana y no deja más salida que la resignación o la amable sencillez de disfrutar del instante efímero que ha de tornarse en tristeza. Los versos de Eurípi- des nos han recordado esta brevedad de la vida y la imposibilidad de aspirar a lo infinito, aunque también están llenos del sueño poético de los campos elíseos, de la descansada vida de quien huye del mun- danal ruido, de la navegación con el alma en calma como la mar para llegar al puerto donde descansar de los males. 3. EL MODELO DEL MITO DEL ALMA DESTERRADA Esta hermosa denominación, que Ricoeur ha tomado de las Puri- ficaciones de Empédocles para referirse al mito órfico que representa 45 HERÓDOTO, II, 32. 46 Ib., VII, 46. e c g t e r v a e c e g p B e v i a d B

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