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38 PABLO GARCÍA CASTILLO Esquilo, Sófocles y Eurípides. Es la única que conserva efectivamente el sentido trágico de la vida, porque conserva sus dos elementos. Por un lado, las catástrofes humanas, que son constantes, en todo tiempo y en todo país. Por otro, el sentimiento de que estas catástrofes se deben a potencias sobrenaturales que se esconden en el misterio, cuyas decisiones nos son ininteligibles, hasta el punto de que el miserable insecto humano se siente aplastado bajo el peso de una Fatalidad despiadada de la que intenta en vano alcanzar el sentido. Si se suprime uno de estos dos factores, ya no existe verdadera trage- dia” 21 . La vulnerabilidad del bien humano, el inexorable destino que lo arrastra al infortunio, su incapacidad para evitar y llegar a compren- der la desgracia que lo plasta como a un insecto constituye la atmós- fera de toda tragedia. Seguramente nadie ha reflexionado con mayor profundidad sobre el sentido y la esencia de la tragedia que Aristóte- les, cuya Poética , a pesar de los escasos fragmentos que conservamos de ella, presenta una lúcida visión de la tragedia como espejo de la vida humana en acción 22 . Aristóteles, después de su clásica definición de la tragedia, que se ha convertido en un texto recurrente y de obligada referencia para entender cualquier expresión de la poesía dramática antigua y moderna 23 afirma lo siguiente: “la tragedia no es la representación de seres humanos, sino de la acción y el curso de una vida. Y la felicidad 21 A.J. FESTUGIÈRE, La esencia de la tragedia (Barcelona 1986) 15. Además de esta obra citada, merece la pena leer algunas otras que resultan imprescindibles para la comprensión del drama trágico griego, como por ejemplo, K. JASPERS, Esen- cia y formas de lo trágico (Buenos Aires 1960); W. KAUFMANN, Tragedia y filosofía (Barcelona 1987) y P. VIDAL NAQUET, J.P. VERNANT, Mito y tragedia en la Grecia antigua (Madrid 1989) 2 vols. 22 Una completa visión del contenido de la Poética , analizada por especia- listas, que desentrañan los diversos temas de la misma puede consultarse en A.O. RORTY, Aristotle’s Poetics (Princeton, New Jersey, 1992). También son recomenda- bles algunos comentarios sobre la Poética , como, por ejemplo, los de S. HALLIWELL, Aristotle’s Poetics (Chicago 1986) y N. HEATH, Aristotle’s Poetics (London 1996). 23 Aristóteles, Poética 1449 b. Además de los comentarios anteriormente cita- dos, considero relevantes para la definición aristotélica de la tragedia los siguientes estudios: L. GOLDEN, Aristotle and the Audience for Tragedy , en Mnemosyne 29 (1976) 351-359 y L. GOLDEN, Towards a Definition of Tragedy , en Classical Journal 72 (1976) 21-33. y c c c e r e t e e e i s s e e a v e e d 4 d t R S 1
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