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En este punto retomamos la reflexión de É. Gilson sobre el socratismo cristiano en la Edad Media. Los pensadores medievales interpretan el alma a partir de la lectura bíblica del libro del Géne- sis (1, 26) donde se afirma la semejanza divina del alma: el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios. Dotado interiormente, en su universalidad y no accidentalmente de la cualidad de imagen y semejanza, puede ejercer un lugar preeminente sobre el mundo. El problema filosófico que se plantea es ¿por qué el hombre es capaz de ese dominio sobre la creación? É. Gilson advierte que los filóso- fos-teólogos cristianos señalan una instancia eminente que descan- san en su inteligencia y libertad 35 . El movimiento y dinamismo de la reflexión sobre el hombre en las especulaciones medievales no va tanto de Dios al hombre, como del hombre a Dios y, de un modo más exacto, la imagen divina en el hombre plantea la cuestión de la toma de conciencia que el mismo hombre posee de ser imagen y movimiento de trascendencia que implica una espera de encuentro con Dios, amen de un cuestionamiento sobre la naturaleza de la similitud a Dios 36 . Según el filósofo francés, el socratismo cristiano tendría como elemento común a Sócrates su antifisicismo, no en el sentido de des- preciar el estudio de la naturaleza, sino en el sentido de conceder más importancia para el estudio del hombre el conocimiento de sí mismo que el del mundo exterior 37 . Este antifisicismo revelaría, así, una prioridad del conocimiento moral del hombre en un entorno de realidades jerarquizadas y desde la perspectiva de la doctrina salu- taria. Recuerda É. Gilson la doctrina agustiniana que afirma cómo el orden es la disposición que asigna a las cosas, parecidas o diferen- tes, el lugar que les corresponde 38 . El hombre se mira a sí mismo para conocerse y buscar su modo de conducta 39 . 654 MANUEL LÁZARO PULIDO influencia de san Bernardo en el pensamiento bonaventuriano cf. J. -G. BOUGEROL, “Saint Bonaventure et saint Bernard”, en Antonianum 46 (1971) 3-79. 35 É. GILSON, O.c ., 217. 36 Ib. , 218. 37 Ib. , 219. 38 Ib. , 220. S. AGUSTÍN , De civitate Dei , lib. 19, c. 13, PL 41, 640: “ Ordo est parium dispariumque rerum sua cuique loca tribuens dispositio ”. 39 Gilson cita a HUGO DE SAN VÍCTOR, De sacramentis , lib. 1, p. 6, c. 15, PL 176, 272: “ Hoc siquidem erat semetipsum agnoscere, conditionem et ordinem et debitum suum sive supra se, sive in se, sive sub se non ignorare; intelligere qualis fac-

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