NG200603004

ca esa contemplación del sumo bien, y esto sólo es posible si el Espíritu de Dios entra en nosotros” 98 . La sabiduría –afirma san Buenaventura en el Comentario a las Sentencias – se vincula a la parte afectiva de modo que se inicia en el conocimiento y se consuma en la afección. Es decir, la sabiduría de modo general busca el conocimiento de la realidad, en especial de las más sublimes y divinas, en lenguaje aristotélico, de las causas más altas. Pero de un modo más específico y propio, la sabiduría descansa en el conocimiento de Dios entendido como piedad y en especial como experimentación de Dios, como don del Espíritu, pues la piedad es un don que alberga quien está próxima a la ima- gen divina y es propio, ya no tanto del que ejercita el entendimien- to, sino del hombre benevolente que ejercita el Bien de Dios 99 . En este sentido es la parte de la voluntad la que culmina la búsqueda intelectual de la verdad. La ciencia muere así en la sabiduría. Siguiendo los pasos de san Gregorio Magno 100 , el Pseudo-Dionisio 101 y, un texto atribuido por él a san Bernardo 102 , el Seráfico entiende que el conocimiento de la verdad adquiere estatuto de sabiduría cuando apunta al amor 103 . La sabiduría, así expuesta, explicita el camino de autoconocimiento que hemos ido analizando. La sabidu- ría exige pues un saber gustar, un sabor que ha de ser vivido en la parte afectiva, un ir más allá de la especulación teológica como indi- ca con acierto Von Balthasar: “(...) también bernardiano es la con- cepción de la teología como sapientia , como sapida scientia , que está por encima de la ciencia teórica y de la práctica: «porque el conocimiento de que Cristo murió por nosotros y otros conocimien- tos afines mueven al amor de forma totalmente distinta a como lo 670 MANUEL LÁZARO PULIDO 98 C. CARPENTER, San Buenaventura. La teología como camino de santidad , (Barcelona 2002) 260. 99 Cf. III Sent. , d. 35, a. un., q. 4 concl: III, 786. 100 S. GREGORIO MAGNO, Moralia in Job , vers. 4, c. 32, n. 44, PL 75, 547. 101 PSEUDO-DIONISIO, De divinis nominibus , c. 7, § 1, PG 3, 865-868. 102 Realmente, siguiendo a PP. editories de Quaracchi, la cita es de GUILLEL- MUS ABBAS, Tractatus de natura et dignitate amoris , c. 2, n. 3, PL 184, 382. Cf. Las citas en III Sent. , d. 35, a. un., q. 2 fund. 2-4: III, 773. La precisión de los PP. edito- res en III, 596, nota 7. 103 III Sent. , d. 35, a. un., q. 2 concl.: III, 774.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz