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zona ” 66 . Y es que el bien es, precisamente, aquello que todos los hombres desean en y por sí mismo, es el fin último de sus acciones y no un mero medio, como sí parece serlo el placer. A esto pode- mos oponer la opinión de Aristóteles, quien niega que el placer sea movimiento. Es cierto que todo movimiento tiende a un fin determi- nado; la edificación, por ejemplo, es un movimiento cuyo fin es el edificio. Y todos ellos tienen lugar en un intervalo de tiempo y se componen de partes distintas unas de otras e imperfectas, pues la perfección sólo se alcanza una vez realizado el fin. La edificación es un proceso imperfecto hasta que no se termina. “ La forma del pla- cer, por otra parte, es completa en cada intervalo de tiempo. Por tanto, es evidente que el placer y el movimiento son genéricamente diferentes, y que el placer es del número de las cosas enteras y com- pletas (…) Resulta también claro que no tienen razón los que dicen que el placer es un movimiento o una generación, ya que estas cua- lidades se predican, no de todas las cosas, sino sólo de las divisibles y que no son un todo ” 67 . El placer, para Aristóteles, se encuadra den- tro del género de lo indivisible y completo, puesto que no podemos considerar que tenga partes que tiendan a un fin distinto, sino que es completo en cada momento. Dicho esto, resta por decidir qué tipo de vida se aproxima más a la vida mixta y resulta preferible, si la que propuso al principio Filebo o la que propone Sócrates. Sabiendo que ninguna coincide con el bien ¿se aproxima más a éste la sabiduría sin placer o el pla- cer sin sabiduría? El primer puesto se otorgó a la vida mixta. Consi- deremos, en tal caso, cómo se lleva a cabo tal mezcla, cuál es el ele- mento más valioso en ella. Hace falta poca perspicacia para imaginarse la respuesta de Sócrates: “ cualquier mezcla, de lo que quiera que sea, que no consiga la medida y la proporción natural ( mevtrou kai; th`" summevtrou fuvsew" ) , necesariamente destruye sus ingredientes, y ante todo a sí misma ” 68 . Es cierto que, para que una mezcla resulte beneficiosa, la proporción de los componentes mez- clados es fundamental. Una muestra más de la necesidad de un conocimiento y una tevcnh capaces de proporcionar un cálculo exac- 638 IGNACIO GARCÍA PEÑA 66 Ib ., 54c. 67 ARISTÓTELES, Ética nicomáquea , 1174b, 7-13. 68 PLATÓN, Filebo , 64d.

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