NG200603003

de relieve que los placeres admiten más calificativos, que algunos son buenos, pero otros muchos son malos. La discusión se encamina, pues, a descubrir cuál de los dos modos de vida propuestos inicialmente contribuye más a la vida mixta, cuál resultaría preferible al margen de ésta. Pero, para ello, Sócrates necesita, una vez más, entrelazar las cuestiones éticas con temas metafísicos. Va a distinguir cuatro géneros dentro del orden de lo real: lo ilimitado ( a[peiron ), el límite ( pevra" ), la mezcla de ambos y, por último, la causa de dicha mezcla. En cuanto a la pri- mera categoría, se refiere a todo aquello que admite un más y un menos indefinidamente. Ejemplos muy claros podrían ser los del frío y el calor, lo grande y lo pequeño, etc., que admiten el exceso y el defecto sin límite alguno y que jamás alcanzan un término o perfec- ción sino que pueden crecer y decrecer infinitamente. Considero más apropiado hablar de ilimitado que de indeterminado, puesto que, como se ve, la indeterminación es de carácter puramente cuan- titativo, ya que cualitativamente están perfectamente determinados. El límite, por el contrario, es la medida, proporción o relación que no admite más ni menos, esto es, “ lo igual y lo doble y todo lo que pone fin a la oposición de los contrarios y que, al imponerles un número ( ajriqmovn ) los hace proporcionados ( suvmmetra ) y concordan- tes ( suvmfwna )” 50 . Al límite pertenecen todas las determinaciones numéricas. Introduciéndolas en lo ilimitado, obtenemos el tercer género de la realidad, la mezcla que produce armonía y proporción, gracias a la cual son posibles la salud o la música. Advierte enton- ces Sócrates que todo producto tiene un productor, una causa que debe ser considerada como el cuarto género. La influencia pitagóri- ca en esta ordenación de lo real parece más que evidente 51 . Una vez hecha esta clasificación, debe aplicarse a la discusión anterior. La vida que se escogió como la mejor parece pertenecer al tercer género, compuesto por lo ilimitado y el límite. Queda por determinar a cuál pertenecen tanto el placer como la inteligencia. Protarco reconoce que aquél se enmarca en el ámbito de lo ilimita- do, pues los placeres admiten un más y un menos tanto en número como en intensidad. En cuanto a la inteligencia “¿Afirmamos, Pro- LA EVOLUCIÓN DE LA TEORÍA PLATÓNICA DEL PLACER 631 50 Ib ., 25d-e. 51 Véase, por ejemplo, ARISTÓTELES, Metafísica , 986a.

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