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superposición de temas aporta una gran riqueza a los diálogos al tiempo que dificulta su comprensión e interpretación. Es indiscuti- ble que el tema del placer es central dentro del Filebo pero, como la mayoría de los diálogos de vejez, se mezcla con asuntos cosmo- lógicos y con la discusión acerca de la relación entre lo Uno y lo múltiple. No podemos dar detallada cuenta de todos los temas del diálogo, si bien es cierto que hay algunos ineludibles para la com- prensión de la problemática del placer. La discusión se inicia con la clásica contraposición entre el hedonismo radical y el intelectualismo defendido por Sócrates. Se trata, en definitiva, de encontrar el camino hacia la eujdaimoniva , de decidir cuál es el tipo de vida que más conviene a los hombres. Pero sabemos que esta cuestión ha sido ya discutida y que Sócrates ha refutado con anterioridad a aquéllos que identificaban el bien y el placer. Resultaría absurdo que Sócrates tuviera que volver a enfren- tarse a una postura como la de Calicles. Aunque también es cierto que las objeciones que éste planteó a la vida dedicada a la sabidu- ría y la contemplación que Sócrates recomendaba, aún no han sido contestadas. En realidad, el preámbulo del diálogo supone el recha- zo de las posturas radicales, que en ningún caso pueden identificar- se con el bien. Éste es aquello hacia lo que todo ser tiende, siendo su característica fundamental la autosuficiencia; aquél que se encuentre en posesión del bien no necesitará de ninguna otra cosa sino que llevará la vida más feliz que pueda imaginarse. Por tanto, deben considerarse los dos modos de vida propuestos, para com- probar si alguno de ellos es deseable por sí mismo y no necesita en absoluto del otro. El hedonismo extremo ha sido rechazado ya en otros diálogos; no obstante, Sócrates insiste en preguntar si resulta deseable una vida entregada al placer, pero completamente carente de inteligencia, memoria y razonamiento. El hombre que aceptara este tipo de vida no tendría recuerdo alguno de sus propios place- res, ni siquiera sería consciente de ellos. Pero ¿escogería alguien una vida de entendimiento, una vida dedicada al conocimiento pero carente tanto de dolores como de todo tipo de placeres? Protarco (sustituto de Filebo en la conversación) opina que es un estilo de vida que nadie podría desear. Parece, pues, que ninguna de estas opciones puede equipararse a ese bien autosuficiente. Plantea entonces Sócrates si resulta preferible una vida “ que participa de 628 IGNACIO GARCÍA PEÑA

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